GLADYS LAPORTE, LA ABUELA CUENTA-CUENTOS

24 de marzo de 2010 — CON MOTIVO DE LAS FIESTAS PATRONALES EN HOMENAJE AL BUEN JESUS DE PETARE, SE REALIZO UNA EXPOSICION EN EL MUSEO DE PETARE, BARBARO RIVAS, EN DONDE TUVO PARTICIPACION LA GRAN CUENTA CUENTOS Y PATRIMONIO CULTURAL DEL ESTADO MIRANDA, GLADYS LAPORTE. REALIZADO POR: EDUARDO HERNANDEZ P.N.I.: 5.909 MUNICIPIO SUCRE, ESTADO MIRANDA, VENEZUELA 03/2010

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domingo, 6 de junio de 2010

LAS CARAOTAS ROSADAS


CARAOTAS ROSADAS

CUENTO DE GLADYS LAPORTE

En el pueblo de Mucusís, vivía una linda señorita que había cumplido más de cuarenta años y aún no se había casado, muchos pretendientes, ricos hacendados, capataces de hacienda, militares, campesinos; habían solicitado su mano en matrimonio; unos le cantaban lindas serenatas, otros le declamaban poemas, otros tocaban la guitarra o el cuatro, pero ella siempre le encontraba un defecto que no le permitía enamorarse del aspirante a esposo de la bella mujer. Esta señorita cocinaba muy sabroso, con un poco de agua sal y unas yerbitas, hacía una exquisita sopa que a todos encantaba, pero estaba buscando dar con el plato perfecto, ella le decía a sus amigas que si conseguía un pretendiente que le trajera un ingrediente especial para hacer una comida ella se casaría con el, como el pueblo quedaba cerca del campo, todos los candidatos le habían llevado productos agrícolas, caraotas negras, blancas, frijoles de todos los colores, papas, batatas, pepinos, cebollas, tomates y gran variedad de frutas, carnes, aves, pollos y pescados, ella los preparaba muy bien, pero no le gustaban como quedaban. A todas éstas iban pasando los años y la linda jovencita ya no lo era tanto, eso sí continuaba igual de bella.
Un día la abuela de la mujer le dijo:
-Aurora,- que así se llamaba la señorita- ya mis días están contados, tengo noventa años y creo que pronto voy a morir y no quisiera dejarte sola en la vida sin una familia que te ame y te cuide, acepta por Dios a cualquiera que llegue ofreciéndote matrimonio, ya estás muy crecidita y es difícil encontrar marido a tu edad. Ve a ver que haces
Sí abuelita- contestó la muchacha- voy a aceptar al próximo que pase por esa puerta ¡Te lo juro por Dios! No había acabado de jurar cuando alguien tocó a la puerta y la abuela se asomó a ver quien era y vio a un horrible enano de nariz puntiaguda que le llegaba casi a la barbilla, de unas grandes orejas y una barba larga que le llegaba al ombligo, hasta donde le llegaba el pantalón pegadito y se le veía una gran barriga, usaba unos zapatos muy grandes y cargaba una camisa cortísima.
Aurora le preguntó a la abuela:
-¿Quién es abuelita?
A la abuela le daba pena contestar, porque aquel pasmarote debía ser el esposo de su adorada nieta ya que ella así lo había jurado.
-Nadie, nadie -dijo la abuela- es una equivocación.
Pero ya Aurora se asomaba a la entrada de su casa y pudo ver al espantoso hombrecito que allí estaba. Para asombro de la abuela, la señorita le dijo a la abuela.
-Deja que el señor pase y tome asiento, ya que el debe ser mi esposo así lo acepto, porque yo lo juré ante Dios, pero necesito saber que ingrediente me trae para preparar mi comida.
El hombre rió con el único diente que tenía en su gran boca y puso en el suelo un saquito que cargaba en el hombro, lo abrió y le enseñó unos cinco kilos de caraotas de color rosado que allí tenía, la muchacha vio aquello y le pareció tan maravilloso que enseguida le dijo al enano:
-Si, señor usted será mi marido, a la tarde hablaremos con el cura, para que mañana nos case.
El hombrecito estaba estupefacto, no salía de su asombro. ¿Cómo esa señorita tan bella iba a casarse con el tan feo y desgarbado?
La abuelita no paraba de llorar, pero comprendía la gravedad del asunto. Le preguntó a Aurora:
¿Qué vas a hacer mujer? ¿Te volviste loca?
-Ay abuela en la vida he despreciado muchos buenos partidos pero nunca nadie me trajo estos hermosos granos que ya voy a cocinar. ¡Búsquele una toalla y un jabón al señor para que se bañe y le consigue una ropita que era de mi hermanito, esa le debe servir y le da el cuarto de huéspedes mientras yo cocino las caraotas rosadas.
La abuela hizo lo que Aurora le dijo e hizo pasar al hombrecito al cuarto de huéspedes y le dio todo lo necesario para que se bañara y vistiera, le dijo:
-¡Córtese el pelo y aféitese esa barba, para que parezca gente! ¡Por Dios!
El hombre reía muy contento e hizo todo lo que le indicó la abuela, ya bañadito y afeitadito no se veía tan feo. Aurora los llamó a almorzar y sirvió las ricas caraotas rosadas en sendas totumas. Todos empezaron a comer y por fin el hombrecito habló y dijo:
-¡Que comida tan exquisita, ni las hadas ni las brujas preparan manjares así!
-De eso usted debe saber mucho,-dijo la abuela- porque por la pinta que tiene parece un duende.
-Sí señora usted lo ha dicho, la vida me ha llevado por muchos senderos y conozco desde la reina de Inglaterra, a todas las hadas y hasta la última bruja de este mundo.
Las dos mujeres quedaron sorprendidas porque el hombrecito tenía una voz suave y melodiosa que no iba de acuerdo con su aspecto.
Bueno después del almuerzo hicieron la siesta y ya en la tardecita, se fueron a la casa parroquial a hablar con el cura para que celebrara la boda. El cura estaba encantado porque al fin iba a casar a Aurorita, quien era su ahijada y el quería mucho y tampoco quería que ella se quedar sola en el mundo, una cosa rara es que todas las personas que veían al hombrecito veían a un hombre maduro y buenmozo, solo Aurora y la abuelita veían al enano repulsivo. Toda la población estaba muy contenta con la boda de Aurorita, sólo algunas mujeres estaban envidiosas de la suerte de la señorita.
Bueno llegó el Domingo y durante la misa se celebró la boda, allí estaba todo el pueblo felicitando a Aurora y a su flamante marido.
El hombrecito le pidió a las dos mujeres que el se quería quedar a vivir allí en la casa de ellas y que traería unos albañiles y pintores para que arreglaran la casa, que no le pediría a Aurorita que fuera su mujer hasta que ella lo amara de verdad, que el se quedaría a dormir en el cuarto de huéspedes, hasta que esto sucediera. Todas las noches el enano tocaba una guitarra y cantaba bellas melodía de amor y decía unas poesías bellísimas, las dos mujeres estaban encantadas y no se imaginaron jamás que iban a ser tan felices con aquel enano horrible
A los pocos días empezaron a llegar albañiles, pintores, jardineros y la casa iba pareciendo un palacio. Una tarde colocaron una escalera que subía a una gran torre que habían construido y aún estaba un poco fresca, El enano que se llamaba Albarrán, subió la escalera y cuando llegó a lo más alto de la torre quiso bajarse y unos ladrillos que estaban flojos se vinieron para abajo y en su caída se trajeron al enano, se armó el gran zaperoco y cuando Aurorita que estaba en la cocina preparando más caraotas rosadas salió a preguntar que pasaba le contaron lo sucedido y vio a su esposo tirado en el suelo como un muñeco roto, corrió como loca a donde estaba el hombrecito y lo abrazó, lo besó y lo apurruñaba entre sus brazos diciéndole:
-No te mueras Albarrán que yo te amo con todo mi corazón. Y le pidió a los albañiles que la ayudaran a llevar a su esposo al cuarto de ella, allí lo colocaron sobre su cama y ella lo cuidó hasta que estuvo curado. Cuando Albarrán pudo hablar le dijo a Aurora que el también la amaba mucho y que deseaba comer caraotas rosadas. Aurorita corrió a la cocina y le trajo las caraotas al hombre y éste una vez que las hubo comido, se transformó ante los ojos de su esposa, en el elegante señor que era y le contó que él, era un joven aventurero que se enamoró de una mujer muy bella pero el no sabía que era bruja y cuando el quiso marcharse de su lado, ella lo convirtió en esa horrible duende que había sido, y que cuando se sintió amado de verdad por una señorita, el había tomado su figura real. Imagínense Ustedes, como se habría puesto de contenta Aurorita, cuando se vio amada por ese mangazo, que además era un hombre próspero y muy trabajador, también hacía sus magias de vez en cuando. Bueno tuvieron cuatro hijos y la vieja abuela se murió cuando tenía cien años, mas contenta que chino comiendo moco. Y colorín colorao este cuento se ha acabao. GLADYS LAPORTE LA ABUELA CUENTA CUENTOS.

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