GLADYS LAPORTE, LA ABUELA CUENTA-CUENTOS

24 de marzo de 2010 — CON MOTIVO DE LAS FIESTAS PATRONALES EN HOMENAJE AL BUEN JESUS DE PETARE, SE REALIZO UNA EXPOSICION EN EL MUSEO DE PETARE, BARBARO RIVAS, EN DONDE TUVO PARTICIPACION LA GRAN CUENTA CUENTOS Y PATRIMONIO CULTURAL DEL ESTADO MIRANDA, GLADYS LAPORTE. REALIZADO POR: EDUARDO HERNANDEZ P.N.I.: 5.909 MUNICIPIO SUCRE, ESTADO MIRANDA, VENEZUELA 03/2010

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miércoles, 27 de abril de 2011

LA SOÑADORA. DE GLADYS LAPORTE


 CUENTO DE GLADYS LAPORTE
En un pueblo de este país, donde abundan las creencias populares y  supersticiones, vivía una linda muchacha, que había quedado huérfana y estaba completamente sola en la casa que le habían dejado sus padres. Esta joven había recibido muchas peticiones de matrimonio por parte de ricos y pobres habitantes del poblado. Pero la joven no se decidía por ninguno. En el interior de su corazón, había decidido quedarse soltera y servir de alguna forma a Dios y a la humanidad, pero eso de entrar a un convento no le llamaba la atención, ella esperaba que Dios le mostrase el camino a seguir. La muchacha era muy piadosa, de misa diaria y ayudaba a algunas beatas a arreglar la iglesia y siempre traía las mejores flores de su jardín para el altar del Santísimo Sacramento. Visitaba a los enfermos y éstos se sanaban con la sola presencia de la chica y la gente se iba dando cuenta de esto y empezaron a circular el rumor de que era milagrosa. Ella se defendía diciendo que lo que hacía era orar al Señor por la salud del enfermo y si éste tenía fe se curaba. Las mujeres comenzaron a darles a sus hijos de ahijados de Bautizo y Confirmación, por lo que rápidamente se hizo de un montón de hijos putativos a los que amaba, pero tenía poco dinero para darles regalos y otras cosas que le solicitaban. Una vez, hablando con una comadre le contó lo siguiente:
-Comadre, antenoche soñé con usted y en el sueño vi, que usted, se estaba bañando con montones de monedas de oro y que el oro corría como agua hacia el conuco que tiene a las orillas del río, todos sus hijos y su esposo se bañaban en el río y salían lindos y brillantes como ángeles.
-¡Ay comaíta, que sueño tan bonito! Dicen que cuando sueñan con uno una gente buena como usted, al tercer día se cumple.
-Se lo conté porque me pareció de buen augurio, pero yo no creo en esas cosas.
Al día siguiente la comadre vino corriendo a casa de la muchacha que se llamaba Elímina y le dijo:
-¡Comaíta, figúrese lo que pasó! Mi marido estaba con los muchachos de nosotros, abriendo unos agujeros en la orilla del conuco para poner una cerca, cuando tocaron una cosa dura y ¿sabe lo que era? Una pimpina llena de morocotas de oro. ¡Comaíta lo que usted, soñó para mí! ¿Sabe lo que hice? Cuando mi marido las trajo para la casa me bañé con las monedas para que se cumpliera el sueño y bañé a mi marido y a mis hijos con eso. Lo que no me gustó es que se fuera como agua al río. ¿Qué querrá decir eso?
-Como ya le dije eso fue una coincidencia, no creo en sueños, pero por si acaso, cuide mucho su dinero para que no se le acabe tan rápido. Ponga a los niños a estudiar e inviértalo en cosas provechosas. Me alegro mucho por ustedes.
-Mire comaíta, yo le traje para usted, estas diez moneditas de oro, porque yo se que usted, no está muy bien de dinero que digamos. Cámbielas y se sirve de ellas.
-Muchas gracias-dijo Elímina- se las voy a aceptar porque tengo una familia al final del pueblo que está pasando mucha necesidad y con esto los podré ayudar en algo. Me cayeron como llovidas del cielo.
La noticia corrió como reguero de pólvora y a casa de Elímina vinieron muchas personas a pedirle que soñara por ellas y que le pagarían por soñar. La muchacha se asustó mucho con esto y se fue a confesar con el cura de la parroquia quien le dijo que la Iglesia católica no aceptaba esas cosas y que tuviera mucho cuidado.
Una tarde llegó a su casa el Director de la escuela y como quien no quiere la cosa, sacó a relucir en la conversación el caso de los sueños y le dijo:
-Mire señorita Elímina, eso de soñar por otros es una profesión muy bien pagada, se usaba en la antigua cultura de Egipto y lo de interpretar sueños se ve hasta en la Biblia, yo no le veo nada malo a eso y por lo pronto le voy a pedir que tenga un sueñito conmigo a ver si me caso con usted, ja, ja, ja.
-No le veo lo gracioso -contestó Elímina- Fíjese que tras antier soñé con el boticario, que le había dado un infarto y fíjese hoy lo están velando en su casa. No me gusta nada eso.
-Si la comprendo, pero lo cortés no quita lo valiente, usted no va a cobrar para usted, sino para ayudar a las personas que necesitan de su caridad. Creo que Dios lo vería con buenos ojos. Usted me dijo que estaba esperando que Dios le señalara el camino, pues ¡aquí está! Así es que: ¡a soñar bien bonito! ¡No tema Señorita!
Elímina se entusiasmó con las palabras que le dijo el maestro director de la escuela y se dijo:- este es un hombre sabio y lo que dice parece cierto. Voy a soñar por encargo y con lo que me paguen ayudaré a los más pobres que yo, como lo voy a hacer con una buena intención Dios me perdonará Elímina se fue retirando de la Iglesia porque se sentía pecadora. Así durante años se dedicó a soñar por otros, unos sueños buenos y otros no tanto y a veces inventaba un poco para dejar satisfecha a la persona que solicitaba sus servicios. Cuando se hizo viejecita y enferma una noche soñó que la había venido a buscar el Dios Osiris, pero como ella no sabía quien era ese mandó a llamar al maestro y éste le contó que era el Dios que garantizaba la vida después de la muerte, que era el padre de Horus el dios solar de los egipcios y hermano y esposo de Isis, modelo del amor conyugal y de la devoción materna. Que Osiris era un Dios salvador.
-¡Ay que horror! Yo me quiero ir con Jesucristo profesor, no con un Dios que no conozco.
-Pero a lo mejor usted es una reencarnación de una soñadora de esa religión y vino a este mundo a cumplir esa misión.
-¡Ay no, no quiero! Hágame el favor y me llama al padre Venancio, para confesarme con él. Estoy sinceramente arrepentida. Yo soy cristiana.
El maestro que era un escéptico le dijo:
- Mire señorita Elímina, yo no creo en nada de eso ni en lo uno ni en lo otro, porque son leyendas muy lindas que se inventaron los hombres para tratar de buscar a alguien superior. Pero tengo entendido que si usted se arrepiente  de verdad no tiene nadie que venir a perdonarla. Pero si usted, lo desea mandaré buscar al cura.
-Si por favor, señor maestro, sólo así estaré tranquila.
Pero el cura no alcanzó a llegar a tiempo y Elímina expiró, lo que a la gente le pareció extraño es que en la puerta de la casa estuvo parada un ave desconocida y al preguntar los vecinos que animal era ese el profesor dijo: -¡Es un halcón!
Y colorín colorao, este cuento se ha acabao…
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martes, 26 de abril de 2011

TRASPLANTE.


POR  GLADYS LAPORTE

               Tengo treintiocho años, y estoy sano por los momentos, pero hace tres, debido al estrés; porque ni bebo, ni fumo, ni como en exceso, me dio un infarto que arrasó con la mitad de mi corazón, la única opción que me quedaba era un trasplante de mi maravillosa bomba. 
La operación aquí en mi país era carísima y no me daban ninguna seguridad de vida. Me puse a buscar por internet y encontré un hospital en Inglaterra que atendía  casos como el mío, y le colocaban a uno una bomba de plástico para mantenerlo vivo mientras aparecía un donante. Hablé con mi esposa, con mi mamá y con mi suegra y les expuse el caso y las tres estuvieron de acuerdo con que me fuera a Inglaterra con mi esposa.  Mi mamá y mi suegra nos cuidarían los niños. 
              Vendimos la casa y el carro y sacamos todos los ahorros que teníamos, el dinero lo dividimos en tres y nos lanzamos a la aventura. Lo primero que hicimos fue buscar habitación cerca del hospital y la conseguimos en casa de una señora viuda que nos alquiló dos cuartos con derecho a baño y cocina y a una cantidad muy módica. La señora hablaba francés y en ese idioma se entendía con mi esposa, porque el inglés mío es el de Pepsicola, hot dog y cornflakes y el de todos los pases de básquet y de beisbol.
                          El siguiente paso fue ir al hospital, allí mi esposa se encargó de todo, porque yo no entendía ni papa. Me hicieron todos los exámenes y me encontraron gravísimo y me inscribieron en una lista de espera. También salía cara la operación y más para mí que no tenía seguro en ese país. 
                          Toda la plata que llevábamos no nos alcanzaba para sobrevivir hasta que apareciera un donante y pagar la operación, más descorazonado de lo que estaba nos fuimos a la residencia y cuando ya nos estábamos preparando para venirnos a nuestra tierra, nos llamaron por teléfono y nos dijeron que había una oportunidad, que tenían que hablar con nosotros. Tempranito a la mañana siguiente llegamos al hospital y nos atendió muy amablemente un doctor que chapurreaba el español y me dijo que había una forma en que la operación me saliera gratis, era un experimento que estaban haciendo, no me daban muchas esperanzas de vida, pero si soportaba la operación y no sufría rechazo, me daban diez años más. Si me quedaba sin probar no me garantizaban que regresara vivo.
                 Muy entusiasmados preguntamos de que se trataba la cuestión y el médico nos respondió que estaban experimentando con corazones de cerdos, o sea de cochinos. Nos explicó que ya tenían varios años trabajando con esto y había muchos casos exitosos, ya que los órganos de los cerdos son similares a los del ser humano y el tipo de sangre es de donante universal y por este lado no había problemas.
                   Mi esposa estaba recelosa y me preguntó que pensaba y le contesté:- Si me he de morir de todas formas, me someto a prueba a ver que tal, puede ser que corra con suerte y me salve. Entonces mi esposa le dijo al doctor que yo aceptaba la operación y en seguida me prepararon para la intervención. 
               Allá la gente no se puede quedar en los hospitales a cuidar a su enfermo, solo van los familiares a la hora de visita y nada de que le lleven a uno comida o frutas, eso está prohibido; uno se queda solito, con los médicos y enfermeras, pero lo atienden muy bien.
              Llegó el día de la operación y me dieron un sedante, cuando me pasaron a pabellón ya estaba medio dormido, no me di cuenta de nada, cuando me desperté, los médicos reían triunfantes “mas contentos que chino comiendo moco”. Había sobrevivido al tercer día de la operación y me estaban sirviendo el desayuno. Ellos no podían hacer mucha bulla acerca del trasplante pues estaba en etapa experimental y aún no aprobado por las leyes del país ni por la Organización Mundial de la Salud. A los diez días me dieron de alta, pero tenía que ir a control cada dos días y si me sentía mal solo tenía que llamar al hospital y me mandaban una ambulancia para que me trasladara, me atendieron “a cuerpo de rey” Y lo mejor, no me costó una pulla, porque hasta el albergue me lo pagaron. Quedé en que tenía que viajar y venir a control los primeros tres años.
                Ya me toca volver a Inglaterra y estoy en el avión escribiendo estas notas, me siento maravillosamente bien, me desempeño excelente en todas mis funciones. Lo único extraño que siento es que me provoca comer mierda con desespero.
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domingo, 24 de abril de 2011

TIO CONEJO SALE DE CACERÍA CON TÍA LAPA Y TÍO CACHICAMO

Tío Conejo sale de cacería
Cuento de Gladys Laporte la abuela cuenta cuentos de Guarenas.

Una tarde de esas en que la luna se asoma más temprano y el sol no ha acabado de esconderse, se encontraba Tío Conejo a las puertas de su madriguera, con una escopeta, un machete y una marusa con la provisión para tres días, era viernes y había dispuesto junto con Tío Cachicamo y Tía Lapa, salir a cazar para el monte ese fin de semana. Claro que ninguno de ellos come nada de eso que cazarían, porque ellos son vegetarianos, pero les sirve para vender las carnes, a los Tíos Zorros, a Tío Tigre, a Tío Gato, a Tío Perro que si la comen. Era la primera vez que incursionaban en esta actividad, porque la situación estaba muy mala y la necesidad se torna color de hormiga, no conseguían trabajo y cada día la cosa se ponía peor;  ninguno de los tres sabía que iba a hacer, pero esperaban aprender con la práctica.
Por fin llegaron Tío Cachicamo y Tía Lapa; que también venían preparados con las provisiones necesarias para este menester. Después de saludarse y cambiar impresiones, Tío Cachicamo sacó un mapa de la zona y lo extendió en el suelo y dijo:
-Este mapa me lo vendió Tío Zorro, me dijo que este marcado aquí es el territorio de los venados y que seguro vamos a conseguir muchos desperdigados en el monte, también cerca de un río hay báquiros y dantas.
-¿Y con que real compró ese papel Tío Cachicamo si usted, no tiene real?-Preguntó Tía Lapa-
-No lo pagué con real, sino con la promesa de traerle un muslo de venado a Tío Zorro-contestó Tío Cachicamo.
Bueno, agarraron su camino hacia el bosque cercano y en la entrada se encontraron con Tía Lechuza, quien el verlos tan apertrechados les preguntó para dónde iban.
Tío Conejo le contó con lujo de detalles lo que tenían previsto hacer y la sabia Tía Lechuza les advirtió:
-No me parece una buena idea, hay un dicho que dice: “Zapatero a su zapato” si ustedes no saben nada de cacería ¿Para que van a ir “a jorungarle el rabo a perro que no conocen” Vayan a recoger frutas y verduras, ¿pero venados, báquiros y dantas? Ustedes lo que están es “locos de remate”
-No Tía Lechuza, probando nada se pierde y dicen que “el que no arriesga ni gana ni pierde” Nosotros vamos a arriesgarnos, si triunfamos y ganamos, bien, si fracasamos habremos aprendido algo nuevo.-dijo tío Conejo-
- No está bien aplicado ese dicho, no se pueden contradecir las leyes de la naturaleza. Díganme una cosa: ¿Ya han pensado quien les va a cargar un animal de esos, tan grandes, siendo ustedes tan chiquitos? -Acotó Tía Lechuza.
-Sí, -dijo Tío Conejo- Llevamos machetes y cuchillos para picarlos en pedazos pequeños y poderlo transportar en sacos.
-Bueno, allá ustedes, solo me resta desearles que la sabia naturaleza los lleve y si es posible que los haga reflexionar, porque esto es algo nunca visto-siguió Tía lechuza-Mañana temprano me voy a asomar al sitio donde estarán para ver que han logrado, o para venir pidiendo auxilio si les sucedió algo malo. Estoy muy preocupada.
-No se preocupe Tía Lechuza –contestó Tía Lapa- que nosotros sabemos lo que hacemos.
-No sabemos mucho-dijo Tío Cachicamo- pero “como va viniendo vamos viendo”
-¡Hasta luego pues! dijo Tío Conejo. ¡Gracias por sus consejos!
-¡Hasta pronto” contestó Tía Lechuza, nos veremos mañana, “Si amanece más temprano”.
Así quitipín, quitipín, quitipín, cogieron su camino monte adentro. Iban muy calladitos para no espantar a los animales. Pasaron toda esa noche “vigiando” pero no lograron ver nada a la orilla del río, bueno, si vieron a la Tía Boa que se estaba bañando y a Tío caimán que trataba de comérsela, pero ninguno se atrevió a acercarse ya que para ellos estos dos eran muy peligrosos y ellos representaban un buen bocadito y no era cosa de estarse exponiendo. Al fin en la alta madrugada se durmier0n los tres, pues estaban muy cansados de la travesía. A eso de las  seis de la mañana oyeron un chapoteo en el río y se levantaron, Tía Lapa gritó:
-“Coman avispa compañeros que cigarrón atora” y entonces se escondieron detrás de un árbol y vieron a una bella venada con su venadito, que estaban tomando agua. Tío Cachicamo armó la escopeta para dispararles, pero Tío Conejo intervino:
-¿Ta loco compadre? ¿Cómo se le va a ocurrir dispararle a una madre? -¿Usted no sabe que las hembras no se matan? porque por ellas es que se multiplican. Esto es una ley de la naturaleza.
-¡Ah! no sabía, porque a nosotros nos matan y no están viendo si somos hembras o machos.- dijo Tío Cachicamo-
- Es verdad- contestó Tía Lapa- a nosotros nos hacen lo mismo.
-Bueno eso pasa porque disparan antes de averiguá, pero nosotros tamos viendo que es una hembra, primero porque no tiene cachos y segundo porque anda con su hijito.
- Ah caramba dijo Tío Cachicamo” al mejor cazador se le escapa la liebre”
-Sí, nosotros la dejamos escapá porque somos conscientes del mal que hubiéramos hecho.
De nuevo se ocultaron tras el árbol y llegó una formidable danta. Y Tío Cachicamo le iba a disparar cuando tío Conejo, chilló durísimo y el animal se fue corriendo.    
Se volvieron a esconder y esperaron de nuevo a que viniera otra presa a beber agua. Pasaron como dos horas y nada. Pero de pronto oyeron un ruido en el hojarasquero y se pusieron “¡Ojo é garza, compadre!”. Esta vez era un enorme cochino de monte y Tía Lapa armó su escopeta y le iba a disparar, cuando de nuevo intervino Tío Conejo:
-¡Ah caramba! Tía Lapa el caso es que me lástima matar a ese magnífico animal, piense que si fuera uno de nosotros y el cazador tuviera piedad. Usted, se lo agradecería ¿verdad?
-¡No embrome Tío Conejo! –Dijo Tía Lapa- Si seguimos así no vamos a cazar nada.
- Verdá Tío Conejo –añadió Tío Cachicamo. ¿A qué vinimos pues?
- Sinceramente yo no tengo corazón pa matar a otro animalito. ¡No puedo! Era verdad lo que decía Tía Lechuza. Mejor regresamos a recoger verduras. No sirvo pa esto.
Y de esta forma los tres animalitos se arrepintieron de haberse atrevido a intentar matar a otros animales sin necesidad, pues ellos no comen carne. Así es que se dedicaron a recoger algunas frutas y verduras que iban encontrando a su paso y llenaron las marusas con ellas. Emprendieron el camino de regreso y al encontrarse con Tía Lechuza, ésta les dijo:-
- Yo sabía que ustedes son de muy buen corazón y jamás podía ocurrírseles eso.
¡Y colorín Colorao Este cuento se ha acabao!

VELORIO EQUIVOCADO. GLADYS LAPORTE

                                               VELORIO EQUIVOCADO

Mi mamá era una mujer que se la pasaba haciendo caridades a toda la gente que necesitaba algo, nosotros la llamábamos José Gregorio; que es el santo de nuestro país, pues allí donde existía un pobre con hambre o sin ropa o un enfermo allí estaba ella para socorrerlo.
Una vez que mi hermano menor estaba recluido en el hospital Vargas de Caracas, todos estábamos muy apesadumbrados pues no sabíamos que tenía y los médicos no daban el diagnóstico de la enfermedad, sólo se reunían en consejo de médicos y hablaban en secreto, lo que nos ponía más nerviosos, pensando que sería algo muy grave. El niño tenía los ganglios inflamados y le sacaron uno del cuello para hacerle una biopsia. Le hicieron infinidad de exámenes que se demoraron mucho. Mi abuela y mi mamá se turnaban para cuidarlo.
Las niñas tuvimos que continuar nuestras vidas, teníamos que ir a la escuela, así es que regresamos a casa y solo íbamos al hospital los domingos de visita.
Una tarde en que estábamos esperando unos resultados de unos exámenes, sentadas en la puerta de la casa, vimos estupefactas como una camioneta de la funeraria se paraba en frente a nosotras, preguntaron si esa la dirección y dieron el nombre de mi abuela y empezaron a bajar sillas, cortinas negras, catafalco, velas y el Cristo y los fueron acomodando en la sala, mi hermana, mi abuelita y yo casi nos desmayábamos de llorar pues creíamos que el niño había fallecido, gritábamos como locas, porque antes uno gritaba a todo pulmón cuando algún familiar se le moría, eso es ahora que la gente no llora porque dizque el muerto va a gozar de la paz eterna y estará mejor que nosotros, pero antes si lloraba uno a sus difuntos con todo el dolor de su alma, de inmediato se llenó la casa de gente y empezaron a llevar los muebles para el último cuarto y a arreglar las sillas en la sala, una vecina trajo manzanilla para hacernos un té y otra trajo un frasco de gotas de Valeriana. Cual sería nuestra sorpresa cuando al rato en una furgoneta, trajeron una urna negra.
Mi abuela dijo:-
¡Una urna negra no, el es un niño, la urna tiene que ser blanca! -Ahora se las hacen marrones o grises pero antes a los niños y a las señoritas aunque fueran viejitas su urna era blanca.
¡Niño! -Dijo el de la furgoneta- ¡Es un hombre como de cincuenta años!
Pasaron la urna (que era de las más pobres; de latón y forrada por fuera con fieltro negro) para la sala y la abrieron para que le viéramos la cara al muerto y en efecto era un hombre mayor, flaco y con los ojos abiertos. Yo de casualidad me privo del susto, nunca me ha gustado ver muertos y uno así menos, la una no tenía vidrio como ahora sino que quitaban toda la tapa y uno veía al muerto completico  ¡Qué horror! Pasado el susto comenzamos a reírnos con una risa nerviosa y los vecinos con nosotras. ¿Paro que íbamos a hacer con ese muerto ajeno?
Estando en estas llegó un grupo de hombres que se identificaron como adecos y amigos del muerto y lo venían a buscar para llevarlo a velar para un salón de la casa del partido, estaban muy agradecidos porque mi mamá había ofrecido su casa para que velaran al señor, que había fallecido en la misma sala de hospital donde se encontraba mi hermanito y eso que en mi casa eran comunistas, menos mi abuela que era católica y adoraba a los curas y a Rafael Caldera.
En la noche llegó mi mamá y le contamos todo lo sucedido y  nos explicó, que ella se había hecho amiga de la esposa del difunto en los días que estuvieron en el hospital, y que era una señora muy pobre, de un pueblo que llaman Paraparal, por lo lados del llano y le dijeron en el hospital que si no se llevaba al muerto lo iban a tirar en una fosa común y más nunca sabría donde lo habían enterrado, la señora que no tenía ni una puya para comer, menos iba a tener donde velar y enterrar a su marido, lloraba desesperada, sin saber que hacer y es entonces cuando a mi mamá se le ocurre la feliz idea de prestarle su sala para el velorio, la señora le había confiado que su esposo era militante de Acción Democrática y que allá en el pueblo era dirigente. Mi mamá tenía una amiga adeca, la llamó por teléfono y le contó lo que estaba ocurriendo y esta señora se encargó de contactar a los compañeros del señor y éstos eran los que habían llegado a la casa a buscarlo, lo que no nos dijo mi mamá era que iba a hacer con ese muerto al día siguiente cuando hubiera que enterrarlo, ella no había pensado en eso.
La viuda pasó unos días en la casa de nosotros y se hizo muy amiga de mi mamá, quien se ofreció para llevarla a su casa en nuestro carro y después que nos entregaron al niño del hospital, nos fuimos a llevarla y cuando nos veníamos la señora nos llenó la maleta del carro, de yuca, mangos y un par de gallinas, una de ellas negra con un lazo rojo en el pescuezo. Así es la gente de mi país, buena, agradecida y solidaria sin importar el color del partido político ni la condición económica.
¡Ah! Y mi hermanito Ilich a quien tenían listo para el sacrificio, se salvó de milagro, pues los médicos no daban con la enfermedad e iban a estudiarlo, como nos dijo el doctor. Un bachiller le descubrió unos arañazos en el pecho y al preguntarle que era eso, el niño dijo que eran arañazos de gato. Entonces todos los galenos gritaron a una: ¡Síndrome del arañazo del gato! Y mi hermano se salvó de una operación terrible: ¡le iban a sacar los ganglios es decir, lo iban a matar!



EL ABANICO QUE ESPANTABA LAS PENAS. GLADYS LAPORTE

  EL ABANICO QUE ESPANTABA LAS PENAS.

Desde muy pequeña fui aficionada a los abanicos, me gustaba tanto ver el aparatico ese que las mujeres movían con las manos y quitaba el calor, que era una cosa verdaderamente fascinante para mí
En la Iglesia tenía la oportunidad de ver cantidades de abanicos que llevaban las señoras y me quedaba extasiada contemplándolos en su ir y venir. Los veía en las corridas de toros, mi mamá tenía uno que solo llevaba al Nuevo Circo, pero mi abuela tenía uno de cartón, se lo había regalado el año pasado la esposa del dueño del botiquín de la esquina, era muy bonito, se abría en tres partes, y había un grabado de Jesús en el Huerto de los Olivos, pero tenía un membrete que decía: ANIS DEL MONO, mi abuela sabiamente; recortó un ramo de rosas de un papel de envolver regalos y lo pegó sobre el anuncio, para poder llevarlo a la iglesia. Pues consideraba que con esa propaganda de aguardiente no debía cargarlo y menos una señora decente; como repetía siempre.  
Las señoras pobres como ella, siempre le estaban preguntando que donde había obtenido ese abanico tan bonito, pero ella guardaba el secreto celosamente y solo sonreía y les decía que se lo habían regalado.
Una vez estando en la iglesia, se me ocurrió robarme cuanto abanico viera descuidado y fue así como obtuve nueve aventadores, pues las señoras cuando se pararon a comulgar los dejaron en el banco, rápidamente recogí los que pude y los metí en mi bolso, al rato vi como las mujeres volteaban para todos lados, buscándolos, pero me hice la loca y me fui hacia la puerta, de manera que cuando el cura terminara de dar la bendición yo saliera corriendo y me iba para mi casa. Cuando llegué a mi casa, los guardé en mi caja de tesoros que tenía bajo mi cama, que era una vieja caja de zapatos, donde tenía metras, plumas, piedras bonitas y  cuanta cosa llamara mi atención, sin embargo era primera vez que me robaba algo y estaba muy nerviosa por eso.
Mi abuelita llegó contando el hecho de que se les habían perdido los abanicos a unas cuantas señoras y el cura hizo registrar a todos los niños que estaban en la iglesia, pero no los habían encontrado. Dijo que ese era un pecado muy grande robar dentro de la iglesia, que eso nunca se había visto, que el que había hecho eso iría a parar derechito al infierno, estoy segura que mi abuelita no sospechaba de mí.
Pasó el tiempo y yo con mi pecado encima, no me atrevía a confesarlo, pues temía que el cura se lo dijera a mi abuela, ésta a mi mamá y la paliza que me iba a dar sería terrible. Cada vez que estaba sola en el cuarto sacaba la caja y los abanicos y los abría todos sobre la cama y me parecía la cosa más bella del mundo, a veces pensaba que debía devolverlos, ¿Pero a quién? No recordaba a que señora se lo había quitado.
Siempre soñaba con que el diablo venía a buscarme y me llevaba por una calle toda sembrada de abanicos y yo iba pisando las varillas y me puyaba los pies, que se iban desangrando a cada paso, me despertaba dando gritos y mi abuelita me consolaba:
- Es solo una pesadilla mi amor, vuelve a dormir- me decía  A mi me daban ganas de decirle la verdad a mi abuela pero a medida que pasaba el tiempo me daba más miedo.
Una tarde me dio una fiebre muy alta, era el sarampión que me atacaba, como siempre mi abuelita me hizo un guarapo, me dio una pastilla y sacó su lindo abanico de cartón para abanicarme la cara y que para que me espantara las penas.
Yo le pregunté que quería decir con eso y me dijo:
-Este abanico es mágico, si uno se sopla con él todas las angustias que tiene en el alma se van con el viento- como me sentía tan mal, le dije:
- Abuelita sopla fuerte, muy fuerte que tengo el alma llena de penas.
-No mi amor, que penas puedes tener tú, si eres apenas una niña de nueve años
-¡Ay abuela si tu supieras!
-Dime mi negrita ¿Si supiera qué?
-Abuela saca mi cajita de tesoros que está bajo mi cama, para que veas.
Mi abuela fue a buscar una escoba para sacar la caja, pues no podía agacharse tanto y su sorpresa fue grande al ver ese poco de abanicos en ella.
-¡No lo puedo creer! ¡Fuiste tú! ¡Ay mi amor! ¿Cómo pudiste hacer eso? ¿Y Ahora, que vamos a hacer?
-Yo no sé, solo que si me voy a morir de esto no quiero que me lleve el diablo.
-¡Ah, ya sé! Se los voy a devolver al cura, él que diga en la misa que aparecieron y las señoras que vayan a buscarlos, y tú cuando te pongas buena irás a confesarte. Esa noche mi abuela le contó todo a mi mamá, pero como yo esta tan grave, mamá solo vino, se acercó a mi cama y me dijo:
-¡Ah muchacha del carajo! ¡Si inventas vainas! ¡Deja que te cures para que veas!
Estuve un mes enferma y quince días más convaleciente, pero el primer domingo de misa mi mamá fue con nosotras y en lo que el cura pidió las oraciones mi mamá se paró y me llamó y me obligó a decir delante de toda la gente que yo era la que me había robado los abanicos, pero que estaba arrepentida y los había devuelto, que disculparan las señoras. Toda la gente aplaudió a mi mamá y decían: ¡Así es que se hace! ¡Así es como se cría muchacho!
El cura me llamó para confesarme y me dijo que Jesús, se alegraba mucho cuando un pecador se arrepentía y que más nunca volviera a cogerme algo ajeno. Yo estaba que me moría de la vergüenza, no sabía que hacer. Así fue que se me ocurrió pedirle el abanico prestado a mi abuela para espantarme la pena y al rato quedé aliviadita, más nunca tuve pesadillas y seguí mi vida normal al poco tiempo.
Gracias a Dios que tuve una mamá bien fuerte, que me guió con mano firme y sembró en mi alma y mi conciencia valores, que me han ayudado tanto en la vida.





MI ABUELO "BOMBITA" Y YO.


POR: GLADYS LAPORTE
Desde siempre lo conocí y lo amaba entrañablemente, amaba a mi abuelo; con un amor distinto al de mi abuela. Me contaba unos cuentos raros, sin pies ni cabeza, eran mas que cuentos; como ejemplos de cosas.
Todos los años íbamos a visitarlo a Valencia, donde vivía en una casa antigua, que se caía a pedazos, quizás como él se estaba cayendo, la casa cayó primero, el se sostuvo cien años en sus piernas de torero.
Convivía con otros ancianos amigos suyos, que eran muy pobres y todos medios locos. La comadre María del Carmen, la madrina de mi mamá, era una negrita delgadísima que Dios sabe como se sostenía en aquel par de canillitas, era la dueña de la casa y tenía dinero, además cobraba el alquiler de las habitaciones, pero cada vez que nos veía montaba una llorona, de que se estaba muriendo en la miseria, a lo mejor creía que nosotros le íbamos a pedir algo, nos causaba mucha gracia aquella viejecita avara con cara de bruja de cuentos, tenía el cuarto tapizado con puros suplementos de comiquitas y a mi me encantaba entrar a leerlas pero ella me andaba detrás, cuidando que no le fuera a robar algo.
La señora más joven tendría como sesenta años y era la que cuidaba de todos, ella se vestía y se arreglaba todas las tardes para esperar a su novio que llegaría a buscarla, éste había muerto hacía más de cuarenta años, tenía un hermano viejito también que no se levantaba de la cama y ella amarraba a un gran perro a la pata de la cama y el animal lo rodaba por toda la casa. También estaba una viejita que cocinaba, había sufrido una apoplejía y la boca le quedó torcida, mascaba chimó y se le escapaba la baba y le caía en la comida, mi hermana se moría del asco pero yo me comí una hallaca preparada por esta señora. ¡La candela mata todo!
Mi abuelo tenía muy buen humor y una risa fresca y alegre, siempre relatando historias de sus viajes por los siete mares y le alegraba la vida a aquellos seres que se movían como fantasmas en aquella casa lúgubre.
Me contaba cosas y más cosas y mi abuela decía que eran mentiras. Que había peleado con piratas, patas de palo, sombrero, garfio, mar tenebroso y bravo, botín, oro y plata, perlas, islas, matas de coco, alcatraces, gaviotas. ¡Así eran los cuentos!
Me narró que a muy corta edad se incorporó a las tropas del general Crespo que éste lo llamaba “El Sute Nicolás”. Que andando con la montonera entró a la finca de los padres de mi abuela en Montalbán y que mi bisabuela los atendió muy bien, que le preparó un cuarto al general y a la tropa le proporcionó agua, jabón y toallas para que se bañaran y mandó a matar un becerro y les dio frutas para que comieran, esto salvó a la hacienda de que no la saquearan y que no se llevaran a los peones para la guerra, las mujeres estaban todas escondidas en un agujero subterráneo; especialmente preparado, bien lejos de la casa, por temor a los soldados.
Que mi bisabuela tenía a una nenita de meses en una cunita y al verla   le dijo:
- ¡Señora, guárdeme esa niñita para casarme con ella cuando yo regrese, porque va a ser tan linda como su madre; esa era mi abuelita. 
Veinte años después volvió al pueblo y conoció a la linda señorita; saliendo de la iglesia, en unas fiestas patronales el ocho de diciembre. El estaba en la plaza con un carromato vendiendo jarabes y pomadas maravillosas y sacando muelas y afeitando a los pobladores; por las tardes presentaban un espectáculo de teatro de títeres, con unos artistas que andaban con él.
Fue preguntando donde vivía la muchacha y llegó a la casa de mis bisabuelos y reconoció a la señora que los había ayudado, les pidió la mano de la joven para casarse con ella pero mi bisabuelo se negó rotundamente porque el era un vendedor de pomadas y sacamuelas; es decir un saltimbanqui y su hija era una señorita pueblerina, sí, pero de la crema y nata de la sociedad. Rápidamente se puso a enamorar a mi abuela y ella decidió casarse con él, aún ante la oposición de su padre, la madre solo quería que su hija fuera feliz pero el señor no la dejó asistir al matrimonio, que se celebró en la iglesia del pueblo, representada por su padrino, el mismo diciembre, a todo esto mi abuela dijo que era verdad menos la descripción de la ceremonia eclesiástica, que mi abuelo nos contó que había sido como de una princesa y que el cura los había unido con un rosario gigante, mi abuela dijo: 
-Esa parte es mentira porque fue una boda sencilla con muy poca gente, además era adviento y no se permitía mucho lujo. El padre nos hizo el favor de casarnos porque me quería mucho y antes de que me fuera contigo sin casarme, lo hizo.
Me contaba historias de su vida de marinero, que años después de la guerra comenzó su vida de viajero del mundo, se fue en un barco como pinche de cocina, sudor, noches de vómito, mareos, pesca de langosta, olor de camarones hirviendo, barcos de paseo, viajeros asustados y contentos. Anduvo por Europa, francachelas en los puertos, mucho vino, mujeres y canciones, peleas entre marineros.
Asia, mucho cuidado, nada de alejarse del puerto, no se entiende la lengua, hombres traicioneros, nada de mujeres también traicionan. África: velos, mantas, turbantes, danza del vientre, sudor olor a pimienta y especias.
América: no hay tierra como esta, las gentes buenas, atentas, amables, mujeres hermosas, brindadas. Hijos desconocidos en alguna parte.  En España, toros, mujeres, vino y canciones, la Alhambra, ruedos de arena ensangrentada. Allí conoció a Rubito; un  gran torero venezolano con él se hizo torero y se vino en su cuadrilla como banderillero. Fue apodado: “Bombita” Pica, banderilla, capote, muleta, traje de luces plata y esmeralda, la tizona, la montera, la coleta.
Se acostaba en la puerta del toril a esperar al toro, que a veces le pasaba por encima o a veces se agachaba a olerlo, también banderilleaba arrodillado o sentado en una silla, era loco como yo mi abuelo Bombita.
Le preguntaba:
- Abuelo ¿No tenías miedo al hacer esas faenas?  y me contestaba:
-El miedo es algo intrínseco en el hombre y la mujer, es un deseo de supervivencia, te digo que sin el miedo la raza humana no sobreviviría. El miedo nos mantiene alerta y atentos al peligro, pero hay que aprender a superarlo, después que has efectuado ese acto muchas veces adquieres seguridad en ti mismo y sabes cómo reaccionará el toro, ya no sientes desconfianza. El que siente aprensión siempre, no vive, vegeta. Hay que arriesgarse y ser valiente, pero no hay que tener miedo de sentir miedo.
-¿Y alguna vez quisiste huir de un toro?
-De un toro jamás, de la gente si, hubo una vez en España que triunfamos y a la salida bajó tanta gente que casi nos ahogaban con los apretones que nos daban, me dio un ataque de pánico y quería convertirme en pájaro para volar de ahí, recuerdo que me desmayé y me sacaron en brazos de la plaza.
-¿Abuelo que libro es ese que estás leyendo?
-Es de Historia Universal, pues para uno saber de donde viene, tiene que estar enterado de lo que pasó en el mundo antes que uno. La persona necesita conocer el pasado, para vivir el presente y prepararse para el futuro. Tengo poco estudio académico, pero he aprendido en la vida y leyendo todo lo que cae en mis manos. Para ser sabio hay que leer muchos libros.
Aprendió a hablar en siete lenguas y dejó hijos en varios continentes.
Bailaba pasodobles conmigo maravillosamente.
Era flaco como Don Quijote, quizás tendría unos ochenta y siete años, (cuando conversaba conmigo) de color trigueño, zambo, tenía una nariz grande y gruesa, los labios gruesos y grandes y los dientes perfectos, blanquísimos, se cepillaba con las hojas de una planta llamada salvia, el pelo completamente cano y era ágil como un monosabio, caminaba con gran donosura de torero, siempre como si estuviera iniciando el paseíllo, mi abuela decía que había sido muy buenmozo y que las mujeres lo perseguían.
Todos los días de vacaciones cuando venía a mi casa de los Totumos; me sacaba a correr por la mañana y en la bajada iba lanzándose peos y se reía que a cada paso ¡Prrr! ¡Prrr! y los contaba: Uno, dos, tres…cuatro y su risa se perdía en la mañana soleada, llena de gente, yo me reía con él; me contaba que los chinos no se tiraban peos ni eructaban porque consideraban que con ese aire que salía del cuerpo se les salía un poco de alma; (ahora que soy vieja, también me los tiro y no me da pena. ¡Prrr. Prrr. Prrrrrr! Si eso que dicen los chinos fuera verdad ya estaría muerta hace rato con el montón de peos y eructos que me he tirado en la vida) Cuando regresábamos, caminaba lentamente y me decía:
-Hay que caminar sin prisa, para ver el paisaje y disfrutar de él, además redescubrimos las casas, las vías de nuestra ciudad, siempre hay algo nuevo dentro de la monotonía de una calle. En una ventana puede aparecer una gata o un perrito y una señorita solterona peinándolo, entonces le inventamos una historia y ¿ves? Ha cambiado la concepción que teníamos de esa calle.
Todos los hijos le salieron toreros y la hija bailaora de flamenco. 
Tenía dos hijos pequeños un niño de doce y una niña de diez. No podía negarlos, eran igualitos a él. Los había engendrado a los setenta y ocho y ochenta años.
Les enseñaba inglés, frases de famosos y poemas a los niños y los hacía repetir  delante de los circunstantes, estaba muy orgullosos de ellos. Conmigo conversaba y me contaba cosas pero nunca trató de enseñarme algo conscientemente, me hablaba con ejemplos.
Cada vez que dialogaba con él,  le preguntaba cosas del mundo y  me las respondía muy serio.
-Abuelo, ¿Cómo son los árboles de manzana?
-Preciosos- me contestaba- son verdes como todos; pero tienen esas   pomas rojas, verdes, amarillas y rosadas, con unas flores que parecen de papel. Los conocí en la Argentina, así mismo tienen las mejillas las muchachas. Cuando uno va a los sembradíos el perfume lo emborracha.
-Abuelo, ¿Es verdad  como dice mi abuela que no debemos amar el dinero ?
-Es dinero es parte esencial de la vida, debemos tenerlo para vivir bien, lo que no tendremos es demasiado apego a él. A mi el dinero se me va así como llega a mis manos. Hago magia con él, le doy a los que necesitan y regresa a mi el doble de lo que he dado. Es para invertirlo. Pero no para guardarlo.
-Abuelo, ¿Tu rezas?
-Si, no soy muy religioso, pero nunca me olvido de Dios porque el nunca me ha abandonado, rezo al levantarme, al acostarme y al salir de mi casa. Y rezaba cuando iba a torear y nunca me cogieron los toros.
-Abuelo, ¿Tu lloras?
-Si, he llorado varias veces en la vida, pero a escondidas, pues tu sabes lo que dicen que los hombres no lloran, cuando murió mi hijo Alcides, cuando se desbarató mi hogar, cuando tenía una tarde de toros mala, cuando han muerto mis familiares y amigos y también he llorado en el cine ante un película triste.
-¿Es malo enamorarse?
-Es lo más bello que tiene el ser humano y no solo enamorarse de otra persona, sino vivir enamorado de la vida y de todo lo que la rodea. Yo por lo menos me he enamorado unas mil veces o más.
-Abuelo, ¿Por qué mi abuela dices que tú eres loco?
-Porque he hecho muchas locuras en mi vida, pero no me arrepiento de nada he vivido feliz haciendo lo que me ha dado mi gana.
-¿Quién te hubiera gustado ser?
-Yo, siempre yo, jamás he querido ser otra persona.
Me dijo que el fue barbero y sacamuelas del general Juan Vicente Gómez, que el presidente lo apreciaba mucho porque cuando le sacaba los dientes no le dolía, porque lo hipnotizaba.
-Abuelo ¿Cómo es el mar? Solo lo he visto en los libros de mi papá.
-Es ancho, grande, salado tiene mucha agua azul y moja. Nací cerca del mar en Puerto Cabello. Desde pequeño quise corretear por sus aguas. Un día te voy a llevar para que lo conozcas, sus aguas son tan quietas que parece un lago. Hay peces, caracoles, erizos, corales, algas, piedras arena, sol y agua.
-Abuelo ¿Cómo se sostienen los barcos en el agua? Mi barquito siempre se hunde en la ponchera.
-El Dios Poseidón Rey de los Siete Mares, con sus manos los sostiene y los guía. Uno lo siente más en las noches de tormenta, se pueden ver sus enormes dedos que agarran los barcos, como si fueran de papel.
-Abuelo ¿Por que matan a los toros los toreros? ¿No te da lástima?
-Es la culminación de la Fiesta Brava, no sabría decírtelo con certeza, yo personalmente no los mato, solo les  pongo las banderillas que es un acto muy arriesgado, uno se enfrenta al toro, sin capote solo con el par de palillos adornados. Es una suerte para valientes. El toreo es un arte y es la demostración del triunfo de la inteligencia y el valor sobre la fuerza bruta, para enfrentarse a un toro hay que tener cojones.
-Abuelo ¿Y al toro no le duelen los aguijonazos de las banderillas y las puyadas de los picadores?
Picadores, caballos, capotes, muletas, sangre, dolor, palitos de madera,  clavos, papeles de colores, olor de la pega.
-Abuelo ¿No crees que al toro le duela?
-No le duele, no lo creo, solo lo estimula para embestir con más fuerza, no le duele al toro, te lo  aseguro.
Me decía esto para que yo no sintiera lástima por el toro, pero estoy segura que sí le duele, el toro es de carne y sangre y músculos y tiene corazón, debe tener cerebro que piensa y guarda rencor, porque que lo puyen a uno, eso duele, como un golpe que te da tu mamá, duele un instante, pero el rencor queda.
-Abuelo, ¿Qué hacen con los toros cuando los matan?
-Se los dan al carnicero para que reparta su carne entre los pobres.
-Abuelo ¿Tu comías de esa carne?
-No, los toreros no comemos de esa carne por vergüenza, porque ese toro nos ayudó en una tarde de lidia a realizar la faena más grande de la vida. Porque cada tarde de toros puede ser la última de nuestra vida. Tenedores, cuchillos, platos, ruedo de arena ensangrentada, rabos y orejas que dan la vuelta al ruedo, montera,  patas, claveles, rosas, sombreros y hasta pantaletas, todo queda reducido a un plato de carne con sal.
Por voluntad propia se asiló en un ancianato y allí estudió y se graduó de sexto grado. Caminaba y quería correr a los cien años, pero cayó una tarde en los pisos encerados y allí se fue a conocer nuevos rumbos el soldado- marinero-torero-dentista- barbero-saltimbanqui. Mi amado abuelito fue a sacarle las muelas a los angelitos y a afeitar a San Pedro y San Pablo y quien sabe si la chiva de Dios mismo.
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EL TRANVÍA. GLADYS LAPORTE


                                           EL TRANVÍA

Como tenía el pelo bastante largo, mi mamá me peinaba con dos crinejas que me adornaba con dos hermosos lazos. Pero eso era mi mayor tormento pues cuando mi mamá me castigaba; me halaba por una crineja como si fuera la cadenita que halaba el colector del Tranvía para contar a los pasajeros.
¡Ay el tranvía! ¡Que de recuerdos vienen a mi memoria! Vienen como centellazos pues se me escapan detalles, quizá porque estaba muy pequeña y se me han ido borrando, pero les voy a relatar de los que me acuerdo. Mi mamá me llevaba a pasear o a comprar ropa para el centro de Caracas y cogíamos un autobús hasta El Silencio, ahí uno agarraba el tranvía que lo llevaba a uno para los alrededores de la Plaza Bolívar, para San José y La Pastora y a la entrada de la Avenida El Cementerio de Caracas. Éste era una especie de autobús de madera, con las ventanas abiertas, en el techo tenía unos ganchos que se deslizaban por un cable que echaba chispas y se movía en unos rieles de acero, era como un pequeño tren. Uno iba entrando y el colector que cobraba marcaba el número que quedaba registrado en una caja, que parecía un medidor de luz, pero más grande, lo halaba con una cadenita.
Era un espectáculo de buen gusto viajar en el tranvía, ahí las personas que se subían no hablaban a gritos como en los autobuses. La gente que se montaba iba muy bien vestida, las mujeres y los hombres usaban sombreros, las damas guantes y los hombres bastones, se vestían con el flux, la corbata, los zapatos y el sombrero del mismo color, las mujeres también se combinaban muy bien. Había unos hombres que se vestían con la ropa pegadita al cuerpo, una corbata de lacito, un sombrero de pajilla,  los zapatos de dos colores y un bastón muy fino, eran llamados “patiquines”.
Creo que éramos las únicas pobres que nos subíamos al tranvía, pero no lo parecíamos  porque mi mamá se vestía muy bien y a mí también me vestía bien, ella compraba muy barato en las tiendas de El Silencio, los vestidos finos que empolvados y arrugados, estaban expuestos mucho tiempo en las vidrieras y les pegaba sol, luego los lavaba y los planchaba y quedaban como nuevos. Los  zapatos los compraba en una tienda que se llamaba “El Baúl de los recuerdos” pasados de moda pero muy finos, ella me decía que se vestía clásica y eso nunca pasa de moda. Ella sabía mucho de eso porque a veces trabajaba como modelo en la “Peletería Alaska” y allí le enseñaban muchas cosas.
El caso es que en uno de esos paseos, subió al tranvía un señor muy buenmozo y elegante y se paró al lado mío y cuando me fui a bajar, la pluma fuente de oro que cargaba el señor en el bolsillo, se le enredó en una crineja mía, ni mamá ni yo nos dimos cuenta. Nos bajamos y fue cuando mi mamá vio la pluma, y me dijo toda nerviosa:
-¿De quién es esa pluma? Y me la despegó de la crineja y me la enseñó.
-Le dije, yo se la vi a un señor que se me paró al lado en el tranvía.
-¿Si lo vuelves a ver lo reconoces?
-Claro, era alto, blanco, y estaba vestido todo de gris, usa una corbata roja.
-¡Vamos a apurarnos hasta la otra parada del tranvía para ver si lo alcanzamos y devolverle su pluma!
-Empezamos a correr detrás del tranvía y cuando paró yo me subí rapidito, pero como no bajó nadie, no le dio tiempo a mi mamá de montarse conmigo, yo llevaba la pluma en la mano y reconocí al señor dueño de la pluma y se la devolví y le expliqué lo que había sucedido. Él me dijo que no se había dado cuenta y que estaba muy agradecido porque se la había devuelto, me ofreció cinco bolívares como premio, pero le dije que iba a llamar a mi mamá, fue cuando me di cuenta que mi mamá no estaba en el tranvía y me puse a llorar a moco suelto. El señor me preguntó que dónde estaba mi mamá y le dije que no sabía que yo creía que había subido detrás de mí, pero no fue así, entonces en la próxima parada el señor se bajó conmigo y empezamos a caminar en sentido contrario a la dirección que llevaba el tranvía, él me llevaba de la mano y caminamos rapidito como cinco o seis cuadras. Allí en la parada anterior estaba mi mamá llorando porque creía que yo me había perdido. El señor se mostró muy amable e invitó a mi mamá a tomarse un café y a mí un helado, pero mi mamá no aceptó porque era un desconocido, el señor se presentó y nos dijo:
-Yo soy Gustavo Machado- mi mamá le preguntó bajito: ¿El comunista?
-Sí señora el mismo. Mi mamá le contó que mi papá también era comunista y que él lo nombraba mucho, le preguntó el nombre de mi papá y al decírselo le contestó que era muy amigo de él y entonces mi mamá aceptó la invitación y los cinco bolívares que me dio el señor.
Recuerdo que en el centro de Caracas, los cruces de peatones estaban sembrados de unos círculos de un metal como aluminio, abombados y tenían escrito alrededor: “Ponche crema, único de Eliodoro González P. A mi encantaba saltar sobre cada uno de ellos, como si fueran piedras de un río y mi mamá me lo permitía y me llevaba tomada de la mano, hasta que acabábamos de cruzar la avenida.  
No recuerdo donde tomábamos el tranvía de regreso, pero todavía siento aquella brisa friíta del atardecer de Caracas, que me daba en la cara, atravesábamos media ciudad hasta que llegábamos a la Roca Tarpeya, donde estaba la boca del túnel que nos conduciría a El Cementerio. A este túnel le tenía pánico, porque tenía muy poca luz y a veces se iba por completo, apretaba los ojos y esperaba la media hora que me parecía un siglo, hasta que llegábamos al final. Era sencillamente pavoroso para mí, pero era más rápido que el autobús. De allá para acá si se montaba gente pobre que venían de sus trabajos y conversaban y formaban un bochinche en el túnel, en la oscuridad. Ese mal rato se me olvidaba por completo, recordando todo lo bonito que me había pasado en el día.
Lástima que haya olvidado tantas cosas que viví en esa Caracas tan hermosa y ciudadana

POEMAS DE ABRIL, MES DE MI CUMPLEAÑOS 2.-

8.-
Arácnidos placebos
acusan canibalismos extraños
luciérnagas apagadas tratan de alumbrar
instantes de raras oportunidades
compactando las sombras
de múltiples avispas
que emponzoñan el aire que atraviesa
mis agudas fosas nasales
como miles de aguijones
agazapados en las sucias entrañas de engendros
atormentadores del ser
con los ruines contaminantes nucleares
que acabaran con la vida en el mar, en la tierra
en fin  en todo el planeta
Y saber que soy contemporánea
de estos neófitos de la existencia
que creyendo firmemente en el desarrollo
nos sumergen en esta inmensa marea destructiva
que va corroyendo nuestros huesos y los de nuestros hijos
De nada valdrá que yo lo diga
nadie me hará caso ahora
en que se va deteriorando este mundo
 que en principio fue muy bueno

9.-
Underground undersea in the skay in the earth
Onde puedas Onde sea
siempre encontrarás un rinconcito para vivir
siempre hallarás un techo que te cobije
si tienes hambre siempre habrá un fruto que la calme
si tienes sed siempre habrá un hilillo de agua que la sacie
si tienes frío siempre habrá otro cuerpo que te abrigue
En fin si tienes amor siempre habrá alguien que te lo restituya

10.-
Las maromas del amor
nos vuelven sabios y nos enseñan a vivir cada segundo
el problema está en que no aprendemos nunca
unas veces felices las otras entristecidos
pero no hay nada más maravilloso que amar
aunque en esto se nos vaya la vida

11.-
¿Quién nos enseña a amar?
¿Quién pone esa luz en nuestra existencia?
Y una y otra vez caemos bajo su influencia
y ante un amor que se va otro viene a reemplazarlo
y a curarnos las heridas
¿Habrá seres que no han amado nunca?
¿o será que son cobardes y le temen a las lesiones
que les va dejando el ir amando en la vida?

viernes, 22 de abril de 2011

POEMAS DE ABRIL MES DE MI CUMPLEAÑOS.

.
POR. GLADYS LAPORTE
POEMA Nº1
Mi vida se desliza como un río que va rumbo al mar
a veces tranquilo a veces violento brumoso
ya viene de cumplir su misión
 de abonar fértiles campos de siembra bendita
y ha cosechado frutos de todos los sabores
dulces los unos amargos y ácidos los otros
Los he saboreados todos
pero prevalecen en mi boca el sabor de los dulces
y es lo que me hace seguir corriendo aguas abajo
rumbo al mar…
que me espera ansioso
para volver a disolverme en bruma
y entonces regresar a la tierra como lluvia divina
y así por siempre y regresar en la corriente de la vida.


Sitio web de la imagen:http://www.viaje.info/2008/10/02/china-viaje-por-el-rio-yangtse/
POEMA Nro.2

Fuiste para mí como una dulce naranja de mi pueblo
te desgajaste con tu jugo en mis sedientos labios
y me embriagaste con tu aroma dulzón de poma rosa
fuiste para mi volátil mariposa

que pasaste ufana rozando mi cabeza
y dejando de tus alas la ceniza
en mi  corazón hambriento de caricias
en fin amor has sido para mi la espina de la rosa
Sitio web de la imagen: http://blogsdelagente.com/maruen/tag/espinas/
POEMA Nº 3.-

Agua que va cayendo sobre la piedra de mi
remendado corazón
rebota y baja hasta la fuente
su sonido cual música celestial
que adormece mi alma triste
luego corre hacia el arroyo
en compañía de otras miles de gotas
que logran elevar mi espíritu
la margarita toda florecida
alberga en sus pétalos cientos de gotitas
como si estuviera llorando
porque la deshojan al compás de unas sublimes notas
El girasol ha volteado su gran cara en dirección a la mía
y me ha dejado sorprendida
como queriendo decirme algo:
deséale bien al que habla mal de ti
 y desde el fondo de tu corazón eleva una oración al Altísimo.
Sitio web de la imagen:http://selenedenebulae.blogspot.com/2009_12_01_archive.html
POEMA Nº 4.-

¿ Cómo puedo llorar al vaivén de ola?
si cuando el llanto viene en un segundo se va
y se queda la lágrima suspendida en un hilo
de encaje
cual perla envidiosa de la concha que la anida
La mar recelosa de mis ojos
que en belleza por las  perlas compite
se asusta y se retrae
asombrada de la belleza de las perlas que crea
mi triste fantasía
Por eso cuando estoy desolada
me siento frente al mar a llorar la pena mía
a mezclar mis lágrimas con agua
que fácil se diluyen
dejándome el sabor salobre
liberando mi alma de cruel melancolía.
Sitio web de la imagen:  http://gracielik.blogspot.com/2008_08_01_archive.html
 POEMA Nº 5.-

Me han dicho que viva en mi presente
que actúe bajo la luz del sol de cada día
pero hoy me he dado cuenta
que el presente es solo de segundos
uno que pasa y ya es pasado
me voy acostumbrando a vivir en futuro
Dios me dice: pedid y recibiréis
Todo lo que pidieres te será dado
Yo os sanaré Yo os salvaré Yo os daré el reino de los cielos
Volveré ¡Maranatha!
El aquí y el ahora lo voy pasando
sin afanarme por el mañana, porque todo será hecho
porque todo será mejor que hoy
porque cada vez estoy más cerca de la luz
Mientras voy haciendo lo que puedo y quiero
mucho bien y poco mal aunque no quiera
Mi  ego es terco y muchas veces se asoma
a hacer lo que no quiero
No me arrepiento de nada y sigo adelante
Esperando tranquila lo que me ha de deparar el mañana.
Sitio web de la imagen: http://emprendermotivado.blogspot.com/2010/09/inventar-el-futuro.html
POEMA Nº 6.-

¿Por qué han de ser tristes todos los poetas?
¿Por qué llevan esa terrible soledad que los abruma?
A veces me siento poeta porque digo lo que siento
Llevo dos poetas en mi alma
una inmensa pena y soledad que me socavan
y que pienso viene de tiempos ancestrales
y la gran euforia que me invade y me hace ser una payasa
que se cansa de hacer que otros rían
Pero cuando acaba la fiesta
regresa el dolor que me somete
y la inmensa soledad que me acobarda
Por eso tengo miedo de la poesía
Sitio web de la imagen: http://www.poesia.es/portada/2/como_se_escribe_llorar.htm
7.-
Soy poeta del Yo
leyendo poesía me inspiro
a decir lo que siente el alma mía
Viendo la vida de los poetas
me siento una imbécil
al pretender que soy poeta
Esas son almas que conviven
con el dolor del mundo y  de los tiempos
tengo miedo de asomarme a mi ventana
a presenciar del orbe el sufrimiento
Soy poeta del yo muy egoísta
solo escribo sobre mis propios desconsuelos








MIS PINTURAS