GLADYS LAPORTE, LA ABUELA CUENTA-CUENTOS

24 de marzo de 2010 — CON MOTIVO DE LAS FIESTAS PATRONALES EN HOMENAJE AL BUEN JESUS DE PETARE, SE REALIZO UNA EXPOSICION EN EL MUSEO DE PETARE, BARBARO RIVAS, EN DONDE TUVO PARTICIPACION LA GRAN CUENTA CUENTOS Y PATRIMONIO CULTURAL DEL ESTADO MIRANDA, GLADYS LAPORTE. REALIZADO POR: EDUARDO HERNANDEZ P.N.I.: 5.909 MUNICIPIO SUCRE, ESTADO MIRANDA, VENEZUELA 03/2010

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viernes, 8 de abril de 2011

EL REPORTER GÜESO

                                   

 Por: GLADYS LAPORTE  
Por callejera y entrépita, llevé el palo hereje. Mi mamá no me pudo corregir, mi abuela me daba alas diciendo que yo era así, me defendía y me levantaba los castigos que me imponía mamá, era mi alcahueta, tapaba todas mis marramuncias y mi madrina me incentivaba para que yo averiguara cuanto ocurría en el vecindario; si explotaba algo, si peleaban marido y mujer, si le pegaban a un muchacho, si chocaban dos carros, ahí estaba yo, levantando el reportaje. Un vecino más entrépito y más chismoso que yo me puso por sobrenombre el Reporter Güeso, debido a un Programa noticioso de la radio llamado el Reporter Esso, y como yo era flaquita el viejo me puso así,  me vengué y le puse "Notirumbos" que también era otro programa de noticias en otra emisora y todo el barrio llamaba al viejo, Coronel Notirumbos. En mi calle casi todo el mundo se la daba de fino y quería parecer muy educado aparentando indiferencia a los sucesos del barrio, pero nadie mejor que yo sabía quién era cada quién, porque me metía en todas las casas del vecindario y casi todos los vecinos me pagaban una locha o medio por la información que les llevaba. A mi me criaron como a una niña decente hasta los ocho años, pero cuando mi papá se fue, mi mamá tuvo que salir a la calle a trabajar y mi abuela hacía los oficios domésticos. Yo era el muchacho de mandado de mi casa y del vecindario; a escondidas de mi abuela. Cuando mi mamá llegaba a saber algo de lo que había hecho o dicho, me daba tal paliza, que mi abuela tenía que bañarme con salmuera y darme guarapito de cogollo de mango para sacarme los golpes; según decía ella.                                  
Mi madrina invocaba a los espíritus de los muertos y me usaba  como médium, yo le mamaba el gallo, me hacía la que estaba transportada, volteaba los ojos hacia arriba y le hablaba con una voz ronca, o finita, dependiendo si era hombre o mujer, al que había llamado, las preguntas que les hacía se las respondía con mucha seriedad y ella se lo creía todo. Aprendí a hacer esto en la casa de una amiga de mi abuela que era cubana y también invocaba a los espíritus y usaba a sus hijos como médiums, los muchachos me contaban lo que ellos hacían para engañar a la gente a las que su mamá les cobraba una pequeña fortuna por comunicarlos con sus familiares. Mi madrina  llamaba a su madre  y yo le contestaba con la verdad pues me sabía toda la vida de ellas; por lo que me contaba mi abuela, de cómo vivían en el pueblo y después en la Caracas de los tiempos de Gómez, siempre le hacía referencia a las fiestas de los carnavales y le pedía que fuera a la iglesia a confesar los pecados que había cometido cuando se disfrazaba junto con sus hermanas y primas, ella se quedaba verdaderamente sorprendida, porque no se imaginaba que yo supiera tantas cosas. Una vez invocó al espíritu de un tal Juan Barradas, pero yo de esa historia no sabía nada, entonces le dije:
 -No quiero hablar contigo, pues me debes muchas cosas, estoy muy resentido contigo, así es que te agradezco que no me vuelvas a molestar con tu llamadera, mi madrina se puso a llorar desconsoladamente y le pidió perdón al espíritu y le dijo:
-Perdóname, sabes que tuve que hacer todo eso por orden de mi madre y mi hermano, pero yo en realidad te quería mucho. ¡Perdóname Juan! ¡Perdóname! -Le contesté:-
-Te perdono, pero no vuelvas a hacerlo más nunca. Madrina le dijo:
-Ni que quisiera Juan, ya no puedo, pero te juro que jamás haré una cosa de esas. Y yo que me moría del deseo de saber que misterio era ese, me quedé con las ganas, porque madrina no soltó prenda. Después de cada sesión me hacía la desmayada para que me diera chocolate caliente con pan y queso. Una noche le hice creer que bajó el diablo, me tiré al suelo fingiendo una convulsión y le dije:
 -Mira Begoña, este es un pecado muy grande que cometes al poner a esta pobre niña a hablar con los muertos, si no te corriges, voy a venir a buscarte cuando te mueras. Se asustó tanto que más nunca me usó para sus sesiones espiritistas. En mi casa no sabían nada de eso y yo nunca se los dije.
De día madrina ponía dos espejos en la ventana; uno para arriba y otro para abajo, para desde su máquina de coser; que ponía al frente de la misma, poder observar quien subía y quien bajaba por la calle
Todas las mujeres del barrio venían a contarle sus penas y problemas a mi madrina y ella las aconsejaba, como si supiera mucho de líos de matrimonios, o de problemas con los hijos, si nunca se había casado.
Madrina le colocaba apodos a todas la personas que conocíamos, era muy chistosa y reidora, se burlaba de todo el mundo, pero sin que nadie se diera cuenta, por ejemplo a un hombre grandote que vivía en el cerro lo llamaba “Escaparate e tres cuerpos”, a otro que hablaba como un angelito pero le pegaba a la mujer y a los hijos “Hacéte el bolsa”, a una señora que tenía la cara llena de pecas le decía “Huevo é pavo”, a otra que tenía una mancha morada en toda la cara y la boca grande: “Care é bofe”, a las que tenían las piernas flacas “Pata é corneta” a un muchacho que era bembón “Bemba é trompeta” a un amigo de mi papá que era lomudo le puso “ Camello de una jiba” a otro le puso “Boca é jaiba” a un espía de la Seguridad Nacional que era altote y usaba un gabán larguísimo le puso “Paltó largo”, a un hombre que tenía unos dientotes “Conejo” al jorobado del barrio lo llamaba:”Juan el Escoñao” a la puta del cerro “La Lavadora” porque se movía mucho al caminar, a un negrito flaco y medio loco “El Cotejo “y estos sobrenombres los llegaba a conocer el vecindario y así eran nombrados por todos los vecinos.
A mi madrina Begoña se le murieron la mamá y el hermano y como ella era señorita vieja y se quedó sola en la vida, me prestaron a mi para que la acompañara en las noches, a las ocho ya tenía que estar en la casa de mi madrina rezando el rosario, casi a las nueve ya estábamos acostadas y con la luz apagada; pero para mi madrina era que empezaba la fiesta, si oía un carro que se paraba en la puerta, se levantaba calladita y corría al visillo de la ventana y me decía con voz muy bajita:
- ¡Mira! Es el señor Tovar, seguro viene borracho, porque montó el carro en la acera ¡Si, si! No encuentra el hueco de la cerradura del carro.
-¡Margarita! ¿Quién, es aquella "pate e corneta" que viene allá?
Me montaba en el poyo de la ventana y casi sacaba la cabeza por el postigo y le decía en voz alta:
-¡Ah!, esa es doña Ermida.
-¡No puede ser! ¿Qué hace esa señora hasta esta hora en la calle? Pero no grites.
-¿Quiere que le pregunte?
-¡No muchacha tú estas loca! ¡Bájate de allí! Que no te vea y vaya a pensar que estamos averiguando la vida ajena ¡Mira, mira! asómate con cuidado y dime quién es ese que viene allá. Le dije bajito:
-Es ¡“El Cotejo”!
-¿Quién?
-¡“El Cotejo”! Le volví a decir un poquito más alto
Pero mi madrina, que estaba medio sorda no me oía y entonces le grité:
-¡”EL COTEJO”!
El hombre ya iba pasando frente a la ventana y me escuchó; él era medio loco  y les decía groserías a las personas que lo llamaban “Cotejo”.
“El Cotejo” contestó con todo su vozarrón:
-¡Cotejo es  tu madre, sarnosa! ¡Deja que te agarre!
-¡Muchacha, del carajo!, ¿Tú como que eres loca? -decía mi madrina agachada debajo de la ventana, mientras me halaba con la mano para que yo me bajara del poyo.
 -¡Como se te ocurre gritar! ¡Ya ves, tú como que eres loca de verdad! ¡Que vergüenza, el sabe que salió de esta casa! ¡Ay Dios mío, que vergüenza!
-¡Ah madrina! Que vergüenza ni que nada, usted tiene la culpa porque no oye, no le dije “Cotejo” a él, le dije a usted, que el señor que venía era “El Cotejo”.
-Mira Margarita, mañana temprano vas a la casa de misia Ermida y que vas a buscarme un hilo negro que le presté, así que trata de averiguar, de donde venía esta noche, pero que no se de cuenta que fuiste a eso, mucho menos que yo té mandé
-¡Tá pago madrina, pero me das un real!
-¡Caramba mija!, ¿Ya me aumentaste el precio de los chismes?
-Chismes no, madrina noticias frescas, pero no; siguen costando lo mismo lo que pasa es que me debes el choque de ayer.
-No debería pagártelo, porque me dijiste un poco de mentiras, y que había muertos y heridos, y solo fue un trancazo entre un Jeep y un camión de refrescos.
-¡Ay madrina!, es que así es más interesante.
-¿Y lo del novio de Mary Sánchez? Todo lo inventaste.
-Sólo la mitad madrina, porque él si se estaba orinando, en el jardín de los Ochoa y cuando Miguel lo vio, le cayó a coñazos.
-A golpes muchacha, a golpes, las niñas no deben ser vulgares, ¡Mira, asómate a ver quién llegó en ese carro!
Me volví a montar en el poyo y torné a sacar la cabeza  por el postigo.
-No se quién es, pero lo trajeron en un carro libre, se está bajando, si, se bajó y trae una maletita en la mano. ¡Madrina! como que viene para acá, madrina está abriendo la reja de la calle, está mirando para adentro de la casa.
-¡Muchacha, bájate y cállate! ¿Quién va a venir para acá a esta hora?
-Bueno no sé, pero es un hombre alto y negro, parece el diablo.
-¿Negro?  ¡No conozco a ningún negro!
En eso sonó el timbre de la puerta de la calle. Mi madrina y yo temblábamos de miedo. Madrina en vez de ir para la puerta, se fue para la sala y llamó por teléfono a mi casa, que quedaba al lado y le dijo a mi abuela:
-Toña, aquí en la puerta de mi casa está un hombre negro, según dice Margarita y está tocando el timbre  ¿Qué hago?
-¡No se asusten! -contestó mi abuela- voy a asomarme para ver que quiere. ¡En seguida  te llamo! Lo dijo tan duro que yo lo oí
Mi abuela colgó el teléfono y madrina y yo nos fuimos temblando de miedo otra vez para la ventana. Cuando iba a montarme en el poyo resbalé y me raspé la espinilla, me levanté todo el cuerito de la pierna y me puse a llorar de dolor, mi madrina me decía:
-¡Cállate, Cállate muchacha! Que te va a oír el negro.
Al rato me volví a montar en el poyo y me asomé al postigo entonces pude ver a mi abuela que salía de mi casa y llamaba al hombre:
-¡Señor! ¡Buenas noches! ¿Qué desea? Es la misma casa ¡Venga acá!
El hombre se agachó y tomó la maletita que había puesto en suelo y salió del jardín de la casa y se acercó a donde estaba mi abuela
-¡Señora! ¡Buenas noches! -dijo el hombre - ¿Sabe usted si aquí vive la Señorita Begoña Velarde?
-Sí, ¿De parte de quién?
-Soy el hijo de Juan Barradas, el carretero de San Lázaro
-¡Ah! Muchacho, ¡Mucho gusto! ¿Cómo te llamas? Yo conocí a tu padre ¿Cómo está él?
-Señora me llamo Juan como mi padre, el murió, y me dejó está dirección y una carta para la señorita Begoña.
-Bueno mijo, ¡Pasa adelante!
Mi abuela le abrió la reja del jardín y se metieron los dos hablando para mi casa. Mi madrina había escuchado todo esto y estaba temblando de miedo,  los dientes le castañeteaban
-¡Ay madrina!, ¡Ya pasó! el hombre es amigo de casa. ¡No tengas miedo!
Como a los cinco minutos sonó el teléfono y mi madrina lo contestó temblando
-¿Qué es Toña?
Yo no sé lo que dijo mi abuela, pero mi madrina dijo:
-¿Cómo? Y se desmayó.
 No sabía que hacer con aquel saquito de huesos tirado en el suelo, lo que hice fue abrir la puerta y salir volando para mi casa a avisarle a mi abuela, mi nona salió también apurada y más atrás el negro alto, entonces el hombre cargó a mi madrina, la puso en su cama le dio un beso en la frente y le dijo:
-“Bendígame mamá”.
No entendía nada, pero después de todo ese rollo, me quedé dormida en mi cama. Cuando desperté, por la mañana  mi abuela estaba aún en la casa de mi madrina y le estaba dando un guarapo. Ella me dijo:
-Mi amor, váyase para la casa, se desayuna con pan y queso y se baña para que se vaya para la escuela.
Me fui para mi casa y cuando entré mi mamá estaba hablando bajito con mi Tío y sólo oí que dijo:
-Es el hijo del carretero, con el que la comadre “saltó el perol”.
Entré, pedí la bendición y se callaron. Me puse mí uniforme salí a la acera para irme a la escuela cuando me encontré con misia Ermida que estaba regando las matas en la puerta de su casa, le pregunté:
-¿Como está Doña Ermida, de dónde venía anoche tan tarde? Me respondió:
-Te lo contesto si me dices quien es ese hombre que llegó anoche a tu casa. Le respondí:
-¡Guá! ¿Quién va a ser? ¡El hijo de mi madrina!
-¿Pero tú madrina no y qué es señorita?,
-Yo no sé nada de eso, pero ahora me dice de donde venía -anoche que se lo tengo que decir a mi madrina.
Todavía tengo marcas en el cuerpo por la paliza que me dio mi mamá, ¡Pero me quité de encima a mi madrina!
 GLOSARIO:
(Explicación de algunos venezolanismos presentes en la narración)

LE MAMABA GALLO"= Le "tomaba el pelo", le hacía chanzas o burlas
LLEVÉ EL PALO HEREJE"= Me dieron muchas palizas

BRINCÓ EL PEROL". =Sostuvo relaciones sexuales siendo aún soltera 
SITIO WEB DE LA IMAGEN DEL CARRETERO:     http://www.guateque.netfirms.com/0oficiosmalaguenos.htm  

1 comentario:

GLADYS MARGARITA LAPORTE DE VILLEGAS dijo...

GLOSARIO:
LE MAMABA GALLO"= LE TOMABA EL PELO
LLEVÉ EL PALO HEREJE"= ME DIERON MUCHAS PALIZAS.
BRINCÓ EL PEROL". =SOSTUVO RELACIONES SEXUALES SOLTERA

MIS PINTURAS