GLADYS LAPORTE, LA ABUELA CUENTA-CUENTOS

24 de marzo de 2010 — CON MOTIVO DE LAS FIESTAS PATRONALES EN HOMENAJE AL BUEN JESUS DE PETARE, SE REALIZO UNA EXPOSICION EN EL MUSEO DE PETARE, BARBARO RIVAS, EN DONDE TUVO PARTICIPACION LA GRAN CUENTA CUENTOS Y PATRIMONIO CULTURAL DEL ESTADO MIRANDA, GLADYS LAPORTE. REALIZADO POR: EDUARDO HERNANDEZ P.N.I.: 5.909 MUNICIPIO SUCRE, ESTADO MIRANDA, VENEZUELA 03/2010

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domingo, 24 de abril de 2011

TIO CONEJO SALE DE CACERÍA CON TÍA LAPA Y TÍO CACHICAMO

Tío Conejo sale de cacería
Cuento de Gladys Laporte la abuela cuenta cuentos de Guarenas.

Una tarde de esas en que la luna se asoma más temprano y el sol no ha acabado de esconderse, se encontraba Tío Conejo a las puertas de su madriguera, con una escopeta, un machete y una marusa con la provisión para tres días, era viernes y había dispuesto junto con Tío Cachicamo y Tía Lapa, salir a cazar para el monte ese fin de semana. Claro que ninguno de ellos come nada de eso que cazarían, porque ellos son vegetarianos, pero les sirve para vender las carnes, a los Tíos Zorros, a Tío Tigre, a Tío Gato, a Tío Perro que si la comen. Era la primera vez que incursionaban en esta actividad, porque la situación estaba muy mala y la necesidad se torna color de hormiga, no conseguían trabajo y cada día la cosa se ponía peor;  ninguno de los tres sabía que iba a hacer, pero esperaban aprender con la práctica.
Por fin llegaron Tío Cachicamo y Tía Lapa; que también venían preparados con las provisiones necesarias para este menester. Después de saludarse y cambiar impresiones, Tío Cachicamo sacó un mapa de la zona y lo extendió en el suelo y dijo:
-Este mapa me lo vendió Tío Zorro, me dijo que este marcado aquí es el territorio de los venados y que seguro vamos a conseguir muchos desperdigados en el monte, también cerca de un río hay báquiros y dantas.
-¿Y con que real compró ese papel Tío Cachicamo si usted, no tiene real?-Preguntó Tía Lapa-
-No lo pagué con real, sino con la promesa de traerle un muslo de venado a Tío Zorro-contestó Tío Cachicamo.
Bueno, agarraron su camino hacia el bosque cercano y en la entrada se encontraron con Tía Lechuza, quien el verlos tan apertrechados les preguntó para dónde iban.
Tío Conejo le contó con lujo de detalles lo que tenían previsto hacer y la sabia Tía Lechuza les advirtió:
-No me parece una buena idea, hay un dicho que dice: “Zapatero a su zapato” si ustedes no saben nada de cacería ¿Para que van a ir “a jorungarle el rabo a perro que no conocen” Vayan a recoger frutas y verduras, ¿pero venados, báquiros y dantas? Ustedes lo que están es “locos de remate”
-No Tía Lechuza, probando nada se pierde y dicen que “el que no arriesga ni gana ni pierde” Nosotros vamos a arriesgarnos, si triunfamos y ganamos, bien, si fracasamos habremos aprendido algo nuevo.-dijo tío Conejo-
- No está bien aplicado ese dicho, no se pueden contradecir las leyes de la naturaleza. Díganme una cosa: ¿Ya han pensado quien les va a cargar un animal de esos, tan grandes, siendo ustedes tan chiquitos? -Acotó Tía Lechuza.
-Sí, -dijo Tío Conejo- Llevamos machetes y cuchillos para picarlos en pedazos pequeños y poderlo transportar en sacos.
-Bueno, allá ustedes, solo me resta desearles que la sabia naturaleza los lleve y si es posible que los haga reflexionar, porque esto es algo nunca visto-siguió Tía lechuza-Mañana temprano me voy a asomar al sitio donde estarán para ver que han logrado, o para venir pidiendo auxilio si les sucedió algo malo. Estoy muy preocupada.
-No se preocupe Tía Lechuza –contestó Tía Lapa- que nosotros sabemos lo que hacemos.
-No sabemos mucho-dijo Tío Cachicamo- pero “como va viniendo vamos viendo”
-¡Hasta luego pues! dijo Tío Conejo. ¡Gracias por sus consejos!
-¡Hasta pronto” contestó Tía Lechuza, nos veremos mañana, “Si amanece más temprano”.
Así quitipín, quitipín, quitipín, cogieron su camino monte adentro. Iban muy calladitos para no espantar a los animales. Pasaron toda esa noche “vigiando” pero no lograron ver nada a la orilla del río, bueno, si vieron a la Tía Boa que se estaba bañando y a Tío caimán que trataba de comérsela, pero ninguno se atrevió a acercarse ya que para ellos estos dos eran muy peligrosos y ellos representaban un buen bocadito y no era cosa de estarse exponiendo. Al fin en la alta madrugada se durmier0n los tres, pues estaban muy cansados de la travesía. A eso de las  seis de la mañana oyeron un chapoteo en el río y se levantaron, Tía Lapa gritó:
-“Coman avispa compañeros que cigarrón atora” y entonces se escondieron detrás de un árbol y vieron a una bella venada con su venadito, que estaban tomando agua. Tío Cachicamo armó la escopeta para dispararles, pero Tío Conejo intervino:
-¿Ta loco compadre? ¿Cómo se le va a ocurrir dispararle a una madre? -¿Usted no sabe que las hembras no se matan? porque por ellas es que se multiplican. Esto es una ley de la naturaleza.
-¡Ah! no sabía, porque a nosotros nos matan y no están viendo si somos hembras o machos.- dijo Tío Cachicamo-
- Es verdad- contestó Tía Lapa- a nosotros nos hacen lo mismo.
-Bueno eso pasa porque disparan antes de averiguá, pero nosotros tamos viendo que es una hembra, primero porque no tiene cachos y segundo porque anda con su hijito.
- Ah caramba dijo Tío Cachicamo” al mejor cazador se le escapa la liebre”
-Sí, nosotros la dejamos escapá porque somos conscientes del mal que hubiéramos hecho.
De nuevo se ocultaron tras el árbol y llegó una formidable danta. Y Tío Cachicamo le iba a disparar cuando tío Conejo, chilló durísimo y el animal se fue corriendo.    
Se volvieron a esconder y esperaron de nuevo a que viniera otra presa a beber agua. Pasaron como dos horas y nada. Pero de pronto oyeron un ruido en el hojarasquero y se pusieron “¡Ojo é garza, compadre!”. Esta vez era un enorme cochino de monte y Tía Lapa armó su escopeta y le iba a disparar, cuando de nuevo intervino Tío Conejo:
-¡Ah caramba! Tía Lapa el caso es que me lástima matar a ese magnífico animal, piense que si fuera uno de nosotros y el cazador tuviera piedad. Usted, se lo agradecería ¿verdad?
-¡No embrome Tío Conejo! –Dijo Tía Lapa- Si seguimos así no vamos a cazar nada.
- Verdá Tío Conejo –añadió Tío Cachicamo. ¿A qué vinimos pues?
- Sinceramente yo no tengo corazón pa matar a otro animalito. ¡No puedo! Era verdad lo que decía Tía Lechuza. Mejor regresamos a recoger verduras. No sirvo pa esto.
Y de esta forma los tres animalitos se arrepintieron de haberse atrevido a intentar matar a otros animales sin necesidad, pues ellos no comen carne. Así es que se dedicaron a recoger algunas frutas y verduras que iban encontrando a su paso y llenaron las marusas con ellas. Emprendieron el camino de regreso y al encontrarse con Tía Lechuza, ésta les dijo:-
- Yo sabía que ustedes son de muy buen corazón y jamás podía ocurrírseles eso.
¡Y colorín Colorao Este cuento se ha acabao!

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