GLADYS LAPORTE, LA ABUELA CUENTA-CUENTOS

24 de marzo de 2010 — CON MOTIVO DE LAS FIESTAS PATRONALES EN HOMENAJE AL BUEN JESUS DE PETARE, SE REALIZO UNA EXPOSICION EN EL MUSEO DE PETARE, BARBARO RIVAS, EN DONDE TUVO PARTICIPACION LA GRAN CUENTA CUENTOS Y PATRIMONIO CULTURAL DEL ESTADO MIRANDA, GLADYS LAPORTE. REALIZADO POR: EDUARDO HERNANDEZ P.N.I.: 5.909 MUNICIPIO SUCRE, ESTADO MIRANDA, VENEZUELA 03/2010

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lunes, 4 de abril de 2011

CURIOSILLA


  Por: Gladys Laporte
en-elocaso@hotmail.com
Una mañana, de esas en que llegaba tarde, iba corriendo para la escuela cuando oí una plomazón (para mí eso de la violencia callejera no es nada nuevo, claro que no era tan seguido como ahora) vi a unos hombres que corrían con revólveres en las manos por el medio de la calle. Las balas silbaban por encima de mi cabeza. Por instinto, me resguardé en la casa de la beata del barrio. Cuando cesó la balacera, me asomé lentamente, saqué la cabeza por entre las matas del porche  y vi a un hombre tendido en el medio de la vía, me acerqué y lo vi muy bien; era alto, trigueño, tenía unos bigotes y patillas negrísimas y largas, (se parecía a Jorge Negrete), el pelo también lisito y negro, la barbilla azulita, vestía un pantalón de caqui, una camisa blanca y los zapatos eran de loneta Suelespuma. Cerca del hombre en el piso había un montón de cilindritos dorados y otros blancos aplastados y había uno completico con su punta plateada y el culito dorado brillante, rápidamente recogí los cilindros y me los metí al bolsillo del guardapolvo. Fue entonces cuando me di cuenta que al lado mío estaba un señor igualito al que estaba tirado en el suelo y lo miraba con una cara de susto que no le cabía en el cuerpo. El señor me preguntó:
-¿Como que está muerto?
Yo me acerqué para ver si respiraba y no le sentí aliento, entonces le dije;
-¡Como que estiró la pata! ¡Muertecito! ¡Si señor!
Estando en esto se asomó el portugués de la panadería "La Flor de Ribera Brava" y me dijo:
-Deexá esso mutaita, ¡Boltín fora y vai pa casa!
Yo le pregunté:
-¿Cómo está señor Joao? ¿Qué le pasó a ese señor?
-Eu non sen nada ¡Bay pa casa ¡
Pero le dije:
-¡Adiós señor Joao, voy  para la escuela!
Pasé la mañana muy chévere, en el recreo estuve muy feliz enseñándole los "bichitos" que había recogido en la calle a los muchachos. No  sabíamos para que sirviera eso. Me sentía muy importante, porque ni los varones sabían que era eso tan bonito que me había encontrado.
A la salida de la escuela, cuando pasé a la altura de donde estaba el muerto por la mañana, vi para el medio de la calle; allí lo que había era una figura de hombre repasada por la orilla con tiza blanca y un poco de manchas marrones, como sangre. Algunas personas se paraban y veían para allá pero no decían nada. Me fui para mi casa almorcé y me acosté a hacer la siesta, fue cuando llegó el tipo que estaba viendo al muerto y me dijo:
-Vengo a pedirte un favor.
Le pregunté:
-¿Cómo entró? Sonrió y me dijo:
Estoy en tu cabeza,
-¿Cómo es eso?
-¡Bueno! ¡Óyeme y no hables! el caso es que  recogiste del piso la bala con que me mataron, necesito que se la entregues a la policía y les digas que me mataron mi mejor amigo y mi cuñado Esa bala que tú tienes me atravesó el corazón, yo te vi cuando la recogiste.
-¡Bueno no hay problema yo se la doy!
-¡No, no puedo tocarla! No tengo fuerza para sostenerla. Nadie más me puede ver ni oír, sólo tú puedes ayudarme.
-¡Ah pues! ¡En que problema me mete usted! ¡Me van a matar a palos por entrépita!
En eso tocaron la puerta y mi abuelita fue a abrir, el muerto me dijo:
-¡No te asustes!
-Yo no me asusto con nada. Se que usted está muerto, estoy acostumbrada a hablar con la gente que está dentro del espejo. No le tengo miedo a nada ni a nadie. Oí, que mi abuela decía:
-¿Quién es?
-¡La policía, señora, abra!
-¡Pasen adelante! ¿Que desean?
Oí clarito la voz del portugués Joao, que le decía a mi abuelita:
-Perdone usted señora Toña, pero es que la caraxita de vosé agarró unas cusitas de a calla y a policía necesita.
-¿Agarró cositas? ¿Qué cositas? ¿Te robó algo Joao?
-Nau siñora, déxame queu esplique.
-¡Ay, Dios mío! ¿En que lío se metería esta muchacha ahora?
-No señora, no se preocupe -Le dijo el policía- La niña no robó nada, sólo que tomó del suelo unos cartuchos y los necesitamos para una averiguación de un homicidio.
-¡Ay, Dios mío! ¿Y dónde agarró esa niña eso? ¡Un momento que voy a llamarla!
-Mi abuela vino para el cuarto y me contó todo, saqué las conchitas del bolsillo de mi guardapolvo y se las enseñé.
-Anda llévalas para la sala, y dáselas al policía ¡Hay que ver muchacha tú si que te metes en vainas! ¿Por qué cogiste eso? ¿Dónde estaba?
-En el medio de la calle al lado de un hombre que estiró la pata ¡De éste!
-¿De quién?
-De éste ¿No lo ves?
-Ay ¡Muchacha tu estás más loca que una cabra!
En la sala le entregué las balas al policía, le torcí los ojos al portugués y para mis adentros dije ¡Ay que ver que este portu si es chismoso!
El policía agarró las cositas y le dijo a mi abuela,
-Señora usted y la niña tienen que acompañarnos a la Comandancia.
-¡Qué! -dijo mi abuela - ¿Por qué?
-Rutina, señora solo rutina- contestó el policía-
Al llegar a la Estación de Policía, me mandaron a pasar a un cuartico para que viera a unos hombres por una ventanita con un vidrio, y  dijera si los que había visto en la calle era alguno de esos que estaban detenidos allí. Sinceramente que no me acordaba porque los vi rapidito y estaba asustada con mi dolor de barriga. ¡Ah! Pero mi amigo el muerto pasó conmigo y me dijo:
-Mira ese de la camisa a rayas es mi compadre y el de la camisa azul es mi cuñado ¡Esos fueron los que me mataron!
-¿Tas seguro?,
-¡Claro!
Entonces le dije a la policía que el de la camisa azul y el de la camisa a rayas eran los que  había visto en la calle.
-¡Muchas gracias niña! 
Me mojaron los dedos en una tinta y me los pegaron en un papel.
Mi abuelita estaba brava, primera vez que la veía así.-Cuando salí- dijo:
-¡Deja que lo sepa tú mamá! Y me dio un coscorrón.
-¡No le digas nada!
-¿Una cosa así? ¡No puedo callarla!
Me encogí de hombros,  no tenía la culpa de nada.
Estando ya en la casa, el muerto me dijo:
-¿Y ahora que hago?
-¿Y yo que voy a saber? Vete pal cielo o pal infierno. ¿No es allí donde van los muertos?
-Si pero es que a mi todavía no me tocaba.
-¿Y que quieres que haga yo?
-Dame un ladito en tu casa.
-¿Y que voy a hacer yo con otro muerto más? ¡Con los que tengo me basta!
-Anda, no seas mala, dame un ladito, que yo no echo vaina.
-¡Bueno!, ¡Tá pago!, te metes en la casa del espejo, para que no andes por allí desandando.
-¡Tá pago! ¡Gracias!
Mi mamá me dio una paliza, que de broma la estoy contando...
Y ese muerto me acompañó como cuarenta años de mi vida, me dijo que se llamaba Norberto y que me cuidaría siempre y creo que fue verdad.                                                        
SITIO WEB DE LA IMAGEN:   http://onceminutosymedio.blogspot.com/2008_04_01_archive.html                                   

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