GLADYS LAPORTE, LA ABUELA CUENTA-CUENTOS

24 de marzo de 2010 — CON MOTIVO DE LAS FIESTAS PATRONALES EN HOMENAJE AL BUEN JESUS DE PETARE, SE REALIZO UNA EXPOSICION EN EL MUSEO DE PETARE, BARBARO RIVAS, EN DONDE TUVO PARTICIPACION LA GRAN CUENTA CUENTOS Y PATRIMONIO CULTURAL DEL ESTADO MIRANDA, GLADYS LAPORTE. REALIZADO POR: EDUARDO HERNANDEZ P.N.I.: 5.909 MUNICIPIO SUCRE, ESTADO MIRANDA, VENEZUELA 03/2010

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jueves, 14 de abril de 2011

DIAS DE RADIO. GLADYS LAPORTE

                                                      DIAS DE RADIO


Este aparatito marcó mi vida, yo vivía en función de la radio, en la madrugada; mientras ayudaba a mi abuela a moler el maíz para las arepas, oía la música venezolana y las noticias que eran patrocinadas por la Maizina Americana, cuyo jingle cantaba:
“La maizina americana, gran producto nacional,
gran producto nacional
Lleva el águila en su caja
Distintivo sin igual
Distintivo sin igual”
A las seis de la mañana, cuando me bañaba,  tocaban el Himno Nacional y un noticiero internacional que saludaba con esta cancioncita:
                                    “Good morning, good morning, good morning”                                       
Luego  hacían un panegírico de Pérez Jiménez y las maravillas de su gobierno y del Nuevo Ideal Nacional.
Al mediodía cuando regresaba, radiaban de nuevo las noticias, “Notirumbos”  pero a la una de la tarde comenzaba “El derecho de nacer” mi mamá y mi abuela no me permitían escucharlo, pero como el radio estaba en el mismo cuarto donde yo hacía la siesta, lo oía hasta que me dormía.
Cada familiar mío tenía su programa favorito: El de mi abuelita los noticieros y las radionovelas, mi mamá el de música flamenca en Ondas Populares, que acompañaba con castañuelas y bailaba y cantaba junto con mi tío Tiberio. Mi tío oía el boxeo y las carreras de carros con Pancho Pepe Cróquer, además el programa taurino con “Guerrita” en Radio Crono Radar, a mí me encantaban todas las novelas de la tarde que eran para niños: Los Cuentos del Tío Nicolás”. “Chazán”, “Tarzán el hombre Mono”, “Pochita Colgate” “Los Tres Villalobos”                      
                                           Tres eran tres, los Tres Villalobos,
                                            Tres eran tres y ninguno era bobo
Y en la noche “Tamakún el vengador errante” cuya consigna era:
                                           “Donde el peligrro amenace
                                             Donde la maldad imperre
                                             Allí estarrá Tamakún
                                             El Vengador Errante”
Cuando aún estaba en casa, papá oía las emisoras clandestinas, que se sintonizaban bien tarde en la noche, casi en la madrugada, pero el tenía su radio aparte, en su cuarto. Llegaba una emisora de los guerrilleros de Cuba que hablaban en contra de los gobiernos de Cuba y Venezuela, pero esto era casi imperceptible porque si algún vecino se daba cuenta, podía avisarle a la Seguridad Nacional y pobre del que consiguieran escuchando esto.
Lunes, miércoles y viernes en la noche escuchábamos los programas de música peruana, con María de Jesús Vásquez. Los domingos en la noche y en las mañanas, un programa de cuentos y canciones infantiles, los de concurso de niños cantantes en el parque Los Caobos de Caracas en “Pro Arte Infantil”. Una vez mi mamá me llevó y canté en vivo “La Sultana del Ávila”. Fue la primera vez que tuve contacto con los micrófonos y no era en la emisora sino que transmitían desde el parque. 
En Diciembre para esperar el Año Nuevo, a las once recitaban la poesía Las Uvas del Tiempo de Andrés Eloy Blanco y a las doce en punto,  se oían los doce cañonazos, desde el Cuartel de La Planicie, tocaban el Himno Nacional y ponían música para que la gente bailara toda la noche y la madrugada. Antes se usaba el picot, pero era caro, entonces las personas pobres bailaban con la música de la radio. En mi casa había picot, pero solo lo manejaba mi papá, con el tiempo yo aprendí a manipularlo, hasta que le rompí la aguja y ya no sirvió más. Hasta que mi papá regresó cuando yo cumplí quince años y lo mandó a acomodar para hacer mi fiesta.
En casa de mi madrina pusieron teléfono y nos lo prestaba para que llamáramos y nos llamaran hasta que mi mamá mandó a poner el nuestro. Yo me aprendí el número de memoria y se lo daba a todos los amigos míos de la escuela, mi madrina se ponía brava cuando llamaba un niño y mi mamá me castigaba, pero yo no le hacía caso. Una vez en Radio Rumbos hicieron un concurso, donde uno contestaba una pregunta y se ganaba un regalo, pero había que llamar por teléfono a la emisora. En lo que empezó el programa oí lo que preguntaban y como me sabía la respuesta la contesté por el teléfono de mi madrina, me pidieron el nombre de la ganadora y yo di el de mi abuela paterna; que era más brava que una tigra paría, por la radio comenzaron a transmitir boletines para que la señora Filomena fuera a recibir su premio, mi abuela materna lo oyó y le dijo a mi mamá:
-Mira Socorrito, están llamando a la señora Filomena para que vaya a retirar un premio en la radio, llámala para que le avises.
Mi mamá llamó a mi abuela Filomena y ésta se puso bravísima y le dijo a mi mamá que fuera  a retirar el premio, si quería, porque ella no había llamado a la radio porque no le gustaban esas cosas. Enseguida mi mamá pensó que la que había llamado era yo, me interrogó con la correa en la mano y tuve que decirle la verdad, Me dio una paliza, porque al decir el nombre de mi abuela por radio, podía localizarla la Seguridad Nacional, que la andaba buscando; como palito e romero, para ponerla presa y así agarrar a mi papá. Ya a mi abuelita materna la habían detenido en la Seguridad Nacional, para interrogarla sobre el nombre y el paradero de mi abuela Filomena, ella nos contó que la llevaron a un salón con unas luces grandes y le desnudaron el pecho, porque amenazaron con quemarle los senos con un tabaco encendido, si no hablaba, también le prometieron soltar a mi tío Tiberio; el hijo de ella si decía los datos de la mamá de mi papá, pero mi abuela les contestó que no lo sabía, pero aunque lo supiera no se los daría. No la llegaron a quemar porque el Negro Sanz, llegó y un esbirro que estaba allí le dijo que esa señora era la madre de un militar retirado y entonces el jefe prohibió que la quemaran, El Negro Sanz la felicitó por ser valiente y no delatar a la señora; al día siguiente la soltaron.
Mi mamá se decidió a ir a buscar el premio y le regalaron un juego de veinticuatro copas de cristal, de todos los tamaños y formas, esas copas estuvieron en la vitrina de mi casa, por muchos años y yo las fui quebrando poco a poco sin querer.
Ahora trabajo en la radio, ya he pasado por dos emisoras, y voy para la tercera, si Dios quiere, contando cuentos en mi propio programa. Nunca me imaginé que la afición por la radio me llevaría a comunicarme con tantas personas, en mi pueblo, en mi país y en varios países de América: Cuba, Colombia y Panamá, de donde me han llamado para decirme que  han escuchado mis programas.
Ahora que estoy vieja distraigo mi insomnio escuchando radio toda la noche para ahuyentar los malos pensamientos y las pesadillas.
     




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