GLADYS LAPORTE, LA ABUELA CUENTA-CUENTOS

24 de marzo de 2010 — CON MOTIVO DE LAS FIESTAS PATRONALES EN HOMENAJE AL BUEN JESUS DE PETARE, SE REALIZO UNA EXPOSICION EN EL MUSEO DE PETARE, BARBARO RIVAS, EN DONDE TUVO PARTICIPACION LA GRAN CUENTA CUENTOS Y PATRIMONIO CULTURAL DEL ESTADO MIRANDA, GLADYS LAPORTE. REALIZADO POR: EDUARDO HERNANDEZ P.N.I.: 5.909 MUNICIPIO SUCRE, ESTADO MIRANDA, VENEZUELA 03/2010

SÍGUEME EN GOOGLE BUZZ

jueves, 14 de abril de 2011

JUEGOS DE MARIMACHO. GLADYS LAPORTE

JUEGOS DE MARIMACHO

¡En esta esquinaaaaa… Margarita Ladeville veinticinco Kilooos y  uuuun resto! ¡En la otra esquina Almarza Sanjuán treinta Kilooos y uuuun resto! Era la voz de mí amado Tío Tiberio anunciando el primer round para la pelea de boxeo que se iba a iniciar en el garaje de la señora Celmira., allí estábamos haciendo “sombra” Almarza y yo, en el improvisado ring esperando la campana. Todos los muchachos de la Avenida gritaban emocionados haciendo sus apuestas, por una de las dos niñas que vestidas sólo con pantaletas nos íbamos a enfrentar como todas las semanas en un reñido encuentro, ya cada uno le había pagado a mi tío, su locha por la entrada a presenciar el espectáculo.
Nuestro entrenador y manager; que era por supuesto mi tío Tiberio, nos había conseguido un par de guantes a cada una y todos los días en las tardes nos enseñaba a boxear.
La lucha era encarnizada, nos dábamos golpes durísimos y yo siempre trataba de ganar, pero Almarza era más grande que yo y muchas veces me venció.
Ni mi mamá ni mi abuela sabían nada de esto,  fuimos descubiertas un día en que mi mamá llegó temprano y se acercó a ver que sucedía en el garaje de enfrente y casi le da un soponcio al ver a su niñita semi-desnuda dándose golpes como un varón. Inmediatamente se acabó la pelea y mi mamá me llevó guindada por el pelo para la casa donde me dio soberana paliza y me gritaba: ¡Ah buena vaina, vine yo a parir una marimacha! Y me daba más duro, a mi tío lo regañaron, mi abuela y mi mamá se pusieron bravas con él por un tiempo. Mi tío tenía como diecisiete años y yo ocho. El era un muchacho alto, delgado pero fuerte, el hacía mucho ejercicio y tenía unos libros de Tensión Dinámica de Charles Atlas, por los que se guiaba para hacer la gimnasia que allí indicaban. Era blanco con el pelo marrón claro casi amarillo, tenía los ojos marrón oscuro y una nariz aguileña, era bello mi tío
Mi tío era mi niñero, con él andaba para arriba y para abajo, cuando él no tenía corridas; porque era torero y se iba con su cuadrilla a otros pueblos a torear. Por eso  lo adoré tanto y lloré lágrimas de sangre cuando se lo llevaron preso y lo enloquecieron con torturas y después tuvo que salir exiliado a México, sin tener culpa de nada de lo que lo acusaba la S.N. Tampoco lo volví a ver en la vida.
El me enseñó a pintar paredes muy bien y a hacer los zócalos derechitos, me pagaba medio por ayudarlo, también vendía maní en la puerta del cine y yo lo ayudaba a hacer los cucuruchos de papel donde los envolvíamos, por las noches nos traía catalinas negras y trozos de queso blanco con papelón. ¡Era delicioso comer aquello!
También aprendí a hacer algunas faenas de toreo con el capote y con la muleta, a colocar banderillas entrenando con una bicicleta con cachos y a monear los postes de la luz eléctrica de la calle.
Con el volé papagayos, jugué yoyo, trompo, perinola y metras, ¡Una delicia!
Durante los tres años que conviví con mi papá; quien se había puesto a hacer las paredes de los cuartos y del baño, fui su obrero ayudante cargaba ladrillos, arena, cemento y aprendí a hacer columnas de concreto, yo amarraba los alambres a las barras de tripa de pollo a las cabillas, me vestía con pantalón viejo de mi papá recortado a mi tamaño, la gente del barrio me llamaban” Juan Cuchara”.
Mi mamá por supuesto bravísima, me inscribió en un taller de ballet que estaban dando en la escuela y allí aprendí a bailar el Cascanueces y el Lago de los Cisnes, como era tan alta, siempre me ponían a bailar sola. También hacia Teatro y varias veces fui la Negra Matea. Bailaba joropo y en Carnaval me elegían reina de mi salón y era dama de honor de la reina, mi mamá felicísima me hacía todos los trajes.
En la escuela me agarraba a pelear con cualquiera que se metiera conmigo o con mi hermanita Dionisia y después con mi hermanito Ilich.
No me gustaba jugar con las niñas, porque sus juegos eran muy aburridos, se la pasaban jugando de comadres, cosiendo ropitas y de visitas con las muñecas y las cocinitas, cuando llovía y no podía salir a la calle,  jugaba con ellas pero  yo era la señora que venía de visita a saludarlas, me recibían muy bien, me daban el café de aire que tomábamos en las tacitas de porcelana china, los dulcitos, las galletas y me los comía toditos, ese era el precio que pagaban porque jugara un ratico con ellas. Mi mamá y mi abuela se ponían muy contentas cuando me veían jugando a las muñecas. También me gustaba hacer de cura en los bautizos de muñecas, porque me trataban de un modo especial y me brindaban de todo. Yo las ayudaba a hacer las tarjetas de cartulina que obsequiaban y les pegaba los mediecitos, pero tenían que pagarme, porque debía dibujar angelitos y mariposas y escribir con letra muy bonita.
Cuando en Navidad el Niño Jesús nos traía los juguetes yo los desbarataba enseguida, pero no por maldad sino por curiosidad, operaba la barriga de las muñecas para saber como lloraban, le hundía los ojitos para ver como funcionaba el mecanismo de abrir y cerrar los ojos y a los carritos de mi hermano los abría por debajo para saber cómo corrían si se rodaban para atrás y salían disparados para adelante.
Otra cosa que me fascinaba de los juegos de los varones, eran las carruchas, los muchachos le montaban cuatro ruedas a una tabla y un timón con una cuerda y se arrojaban por la bajada de la Avenida, nunca pude hacerlo; porque no me las prestaban, pero una vez consiguieron una falda de lavadora redonda con sus rueditas, se metían dentro con unos patines y se lanzaban calle abajo, frenaban con los pies volteados, a mi me pareció muy fácil y una tarde llegué al sitio donde tenían escondida la pieza y ni corta ni perezosa me paré en el medio de la calle subí los pies a los lados y la bicha emprendió veloz carrera, no tuve tiempo de frenar porque se volteó y empezó a rodar de lado conmigo dentro, lo que hice fue encogerme y agarrarme duro con las manos de la orilla, creo que me desmayé porque cuando desperté, estaba debajo de un camión parado en la cuadra de abajo y un gentío alrededor mío viendo lo sucedido Sentí que estaba de pie, a mí lado, viéndome tirada allí en la calle, cargaba los patines  Winchester  de cuatro ruedas puestos y parecía que flotaba, de pronto me acosté de nuevo sobre mi cuerpo tendido alguien me ayudó a salir del amasijo de latón y peltre y como pude me senté en la acera muy asustada, pero más que por los golpes recibidos, por los que me iba a dar mi mamá cuando se enterara y la rabia que me iban a coger mis amigos porque les había destruido el juguete. Estoy segura que ese día acabaron mis juegos de marimacho.   






1 comentario:

GLADYS MARGARITA LAPORTE DE VILLEGAS dijo...

LA BICHA: así le decimos en Venezuela a cualquier objeto

MIS PINTURAS