Tío Conejo sale de cacería
Cuento de Gladys Laporte la abuela cuenta cuentos de Guarenas.
Una tarde de esas en que la luna se asoma más temprano y el sol no ha acabado de esconderse, se encontraba Tío Conejo a las puertas de su madriguera, con una escopeta, un machete y una marusa con la provisión para tres días, era viernes y había dispuesto junto con Tío Cachicamo y Tía Lapa, salir a cazar para el monte ese fin de semana. Claro que ninguno de ellos come nada de eso que cazarían, porque ellos son vegetarianos, pero les sirve para vender las carnes, a los Tíos Zorros, a Tío Tigre, a Tío Gato, a Tío Perro que si la comen. Era la primera vez que incursionaban en esta actividad, porque la situación estaba muy mala y la necesidad se torna color de hormiga, no conseguían trabajo y cada día la cosa se ponía peor; ninguno de los tres sabía que iba a hacer, pero esperaban aprender con la práctica.
Por fin llegaron Tío Cachicamo y Tía Lapa; que también venían preparados con las provisiones necesarias para este menester. Después de saludarse y cambiar impresiones, Tío Cachicamo sacó un mapa de la zona y lo extendió en el suelo y dijo:
-Este mapa me lo vendió Tío Zorro, me dijo que este marcado aquí es el territorio de los venados y que seguro vamos a conseguir muchos desperdigados en el monte, también cerca de un río hay báquiros y dantas.
-¿Y con que real compró ese papel Tío Cachicamo si usted, no tiene real?-Preguntó Tía Lapa-
-No lo pagué con real, sino con la promesa de traerle un muslo de venado a Tío Zorro-contestó Tío Cachicamo.
Bueno, agarraron su camino hacia el bosque cercano y en la entrada se encontraron con Tía Lechuza, quien el verlos tan apertrechados les preguntó para dónde iban.
Tío Conejo le contó con lujo de detalles lo que tenían previsto hacer y la sabia Tía Lechuza les advirtió:
-No me parece una buena idea, hay un dicho que dice: “Zapatero a su zapato” si ustedes no saben nada de cacería ¿Para que van a ir “a jorungarle el rabo a perro que no conocen” Vayan a recoger frutas y verduras, ¿pero venados, báquiros y dantas? Ustedes lo que están es “locos de remate”
-No Tía Lechuza, probando nada se pierde y dicen que “el que no arriesga ni gana ni pierde” Nosotros vamos a arriesgarnos, si triunfamos y ganamos, bien, si fracasamos habremos aprendido algo nuevo.-dijo tío Conejo-
- No está bien aplicado ese dicho, no se pueden contradecir las leyes de la naturaleza. Díganme una cosa: ¿Ya han pensado quien les va a cargar un animal de esos, tan grandes, siendo ustedes tan chiquitos? -Acotó Tía Lechuza.
-Sí, -dijo Tío Conejo- Llevamos machetes y cuchillos para picarlos en pedazos pequeños y poderlo transportar en sacos.
-Bueno, allá ustedes, solo me resta desearles que la sabia naturaleza los lleve y si es posible que los haga reflexionar, porque esto es algo nunca visto-siguió Tía lechuza-Mañana temprano me voy a asomar al sitio donde estarán para ver que han logrado, o para venir pidiendo auxilio si les sucedió algo malo. Estoy muy preocupada.
-No se preocupe Tía Lechuza –contestó Tía Lapa- que nosotros sabemos lo que hacemos.
-No sabemos mucho-dijo Tío Cachicamo- pero “como va viniendo vamos viendo”
-¡Hasta luego pues! dijo Tío Conejo. ¡Gracias por sus consejos!
-¡Hasta pronto” contestó Tía Lechuza, nos veremos mañana, “Si amanece más temprano”.
Así quitipín, quitipín, quitipín, cogieron su camino monte adentro. Iban muy calladitos para no espantar a los animales. Pasaron toda esa noche “vigiando” pero no lograron ver nada a la orilla del río, bueno, si vieron a la Tía Boa que se estaba bañando y a Tío caimán que trataba de comérsela, pero ninguno se atrevió a acercarse ya que para ellos estos dos eran muy peligrosos y ellos representaban un buen bocadito y no era cosa de estarse exponiendo. Al fin en la alta madrugada se durmier0n los tres, pues estaban muy cansados de la travesía. A eso de las seis de la mañana oyeron un chapoteo en el río y se levantaron, Tía Lapa gritó:
-“Coman avispa compañeros que cigarrón atora” y entonces se escondieron detrás de un árbol y vieron a una bella venada con su venadito, que estaban tomando agua. Tío Cachicamo armó la escopeta para dispararles, pero Tío Conejo intervino:
-¿Ta loco compadre? ¿Cómo se le va a ocurrir dispararle a una madre? -¿Usted no sabe que las hembras no se matan? porque por ellas es que se multiplican. Esto es una ley de la naturaleza.
-¡Ah! no sabía, porque a nosotros nos matan y no están viendo si somos hembras o machos.- dijo Tío Cachicamo-
- Es verdad- contestó Tía Lapa- a nosotros nos hacen lo mismo.
-Bueno eso pasa porque disparan antes de averiguá, pero nosotros tamos viendo que es una hembra, primero porque no tiene cachos y segundo porque anda con su hijito.
- Ah caramba dijo Tío Cachicamo” al mejor cazador se le escapa la liebre”
-Sí, nosotros la dejamos escapá porque somos conscientes del mal que hubiéramos hecho.
De nuevo se ocultaron tras el árbol y llegó una formidable danta. Y Tío Cachicamo le iba a disparar cuando tío Conejo, chilló durísimo y el animal se fue corriendo.
Se volvieron a esconder y esperaron de nuevo a que viniera otra presa a beber agua. Pasaron como dos horas y nada. Pero de pronto oyeron un ruido en el hojarasquero y se pusieron “¡Ojo é garza, compadre!”. Esta vez era un enorme cochino de monte y Tía Lapa armó su escopeta y le iba a disparar, cuando de nuevo intervino Tío Conejo:
-¡Ah caramba! Tía Lapa el caso es que me lástima matar a ese magnífico animal, piense que si fuera uno de nosotros y el cazador tuviera piedad. Usted, se lo agradecería ¿verdad?
-¡No embrome Tío Conejo! –Dijo Tía Lapa- Si seguimos así no vamos a cazar nada.
- Verdá Tío Conejo –añadió Tío Cachicamo. ¿A qué vinimos pues?
- Sinceramente yo no tengo corazón pa matar a otro animalito. ¡No puedo! Era verdad lo que decía Tía Lechuza. Mejor regresamos a recoger verduras. No sirvo pa esto.
Y de esta forma los tres animalitos se arrepintieron de haberse atrevido a intentar matar a otros animales sin necesidad, pues ellos no comen carne. Así es que se dedicaron a recoger algunas frutas y verduras que iban encontrando a su paso y llenaron las marusas con ellas. Emprendieron el camino de regreso y al encontrarse con Tía Lechuza, ésta les dijo:-
- Yo sabía que ustedes son de muy buen corazón y jamás podía ocurrírseles eso.
¡Y colorín Colorao Este cuento se ha acabao!
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