NUNCA TUVE UNA
OBRA TEATRAL DE GLADYS LAPORTE
MARQUESA DEL TOTUMO
PERSONAJES:
MARCELINA: Señora de 75 años, muy avispada y alegre, pensionada por el Seguro
Social y complementa sus gastos planchando en casas ajenas. Es
miembro del Club de abuelos
MARICRUZ: Señora como de 70 años amiga de Marcelina, jubilada y miembro
del Club de abuelos
CANDELARIA: Señora que cuida la casa donde Marcelina compró la muñeca,
como de cincuenta años
RAMONA: Cuñada de Marcelina, como de 40 años es quien se encarga de darle
vueltas, porque Marcelina vive sola
BELINDA
de madre-hija con Marcelina.
MEDICO FORENSE: Levanta el cadáver de Marcelina
2 POLICIAS: Investigan el homicidio de Marcelina
La obra se desarrolla en el interior de la casa de Marcelina, hay un juego de muebles compuesto de un sofá y dos poltronas, una mesita de centro con un florero y unos cuadros en la pared del frente.
ESCENA I
Interior de la casa de Marcelina, hay un juego de muebles
una mesita de centro y un cuadro en la pared. Están sentadas
Marcelina y Maricruz tomando café y conversando.
.
MARCELINA: ¡Ay MariCruz, si yo le contara lo dura que ha sido mi vida!
MARICRUZ: ¡Cuente, Marcelina, cuente! Aquí estoy para escucharla
como una buena amiga.
MARCELINA: Le voy a contar todo; para desahogarme: Hace mucho tiempo
que llevo esto por dentro y nunca se lo he dicho a nadie. Usted
va a ser la primera en enterarse
MARICRUZ: ¡Eche pa fuera amiga, que pa luego es tarde!
MARCELINA: Resulta que mi mamá se murió cuando yo era muy chiquita y
mi hermana grande me terminó de criar, cuando se casó, me
llevó a vivir para su casa.
MARICRUZ: ¡Lo más lógico!
MARCELINA: Pero el marido, desde que tenía siete años, trataba de violarme.
MARICRUZ: ¡Ay, que horror! ¿Cómo fue eso?
MARCELINA: Me agarraba por los rincones de la casa y me apretujaba contra las p paredes y me pegaba su pipí de mi cosita.
MARICRUZ: ¿Y usted, no le decía nada a su hermana? ¿Por qué callaba eso?
MARCELINA: Porque él me decía que si yo le decía algo a mi hermana la
iba a matar y yo por el miedo no decía nada.
MARICRUZ: ¡Ah caramba, eso es grave! Siga, siga contando.
MARCELINA: Un día mi hermana nos vio, formó un zaperoco y a los tres días me
llevó para la casa de una señora muy rica para que cuidara un bebé.
MARICRUZ: Es la misma historia de toda la vida, no se preocupe señora
Marcelina, que eso le ha pasado a muchas y peor, porque a ve-
ces es el propio padre, un tío o un hermano ¡Yo se cosas!
MARCELINA: Si pero usted sabe que el cuento de una es diferente al de las de
más porque es una quien la ha vivido y la marca para siempre.
MARICRUZ: ¿Y como le fue tan chiquita para trabajar en una casa de fami-
lia?
MARCELINA: Bueno, apenas con ocho añitos, me tocó cuidar a un bebé de
ocho meses, que era muy lindo y cariñoso.
MARICRUZ: ¡Ah! Pero ya estaba grandecito. ¿Cómo podía con él?
MARCELINA: Las otras sirvientas se reían de mi viendo el trabajo que pasaba E Ellas me decían que el niño era mi muñeca ya que nunca . j jugué con una.
MARICRUZ: ¿Nunca tuvo juguetes?
MARCELINA; Míos no, los del niño, yo jugaba con él, pero una muñeca jamás y
la comida; me daban de todo, pero poquitico, por eso es que soy tan
flaquita, siempre me quedaba muerta de hambre.
MARICRUZ ¡Ay Marcelina, que vida tan dura! La compadezco.
MARCELINA: Bueno pues, ya no se preocupe que al fin tengo una muñeca y bien
linda por cierto Y comida como arroz.
MARICRUZ: Y ¿Cómo es eso, Marcelina?
MARCELINA: Pues sí, imagínese que el otro día, iba yo a planchar a una
casa de familia cuando vi en una casa de la vereda. Un cartel d de letras grandes que decía: se venden cosas de Niño.
.
MARICRUZ: ¿Y que cositas eran Marcelina?
MARCELINA: Juguetes, había una muñeca Belinda preciosa,
enseguida me gustó y me enamoré de ella, pregunté e el precio y la aparté con la mitad.
MARICRUZ: ¡Ah y la compró al fin! ¿Dónde está?
MARCELINA: ¡Venga pa que la vea! ¡Es la cosa más hermosa que he tenido
en mi vida!
Marcelina y Cruz se levantan de los asientos y se dirigen ha-
cia una camita, que está a un costado del escenario, donde se
encuentra acostada una muñeca de gran tamaño.
MARCELINA: (Quitándole la sabanita que la cubre) ¡Vea, vea! ¿No es una
belleza? ( Sienta a la muñeca en la cama y la besa en la meji-
lla) ¿Qué le parece mi preciosa niña?. Será la hija que nunca
tuve.
MARICRUZ: ¡Ay Marcelina! Es bellísima, pero tiene algo que me da miedo
Esos ojos parecen que los estuvieran mirando a una..¡Ay Dios!
MARCELINA: Eso es precisamente lo que me gusta, que parece una niña de ver-
dad. Ayer salí y le compré ese vestido, las pantaletas y medias nuevas. L La bañé la peiné y le coloque esa cinta en el pelo.¡Mire, camina si la l llevas de la mano!.
MARICRUZ: Mi abuelita me decía que las muñecas no deben meterse a los
cuartos de dormir.
MARCELINA: ¡Bah! La mía decía lo mismo, pero yo no creo en eso.
MARICRUZ: Bueno Marcelina me voy.¡ Qué disfrutes tu muñeca!
( Ambas salen del foro)
ESCENA II
Marcelina está recostada en el sofá de su sala y de pronto:
Casa de Marcelina, ésta se encuentra barriendo la sala y
canta muy alegre, Brisas de El Torbes.
MARCELINA: (Cantando) En la noche cantan las Brisas sobre El Torbes…
De pronto oye un gemido en el lado de la muñeca y se acerca a ver
que pasa (dejando la escoba pegada a la pared)
¿Qué te pasa mi preciosura? (dirigiéndose a la muñeca) ¿Quieres que t te levante?
MUÑECA: Si mami, estoy cansada de estar acostada, ya llevo varios años durmiendo
MARCELINA: (Hablando consigo misma) La muñeca me habló. ¿O es que me estoy
volviendo loca? ¿Que es esto? ¡No puede ser!
MUÑECA: Si mami te hablé ya tenía ganas de hablar con alguien, estoy muy con-
contenta de estar contigo, al fin conseguí alguien que me quiere.
Marcelina se revuelve horrorizada y cae del sofá; estaba soñando
MARCELINA: ¡Uff! (Hablando consigo misma) ¡Era un sueño! ¡Gracias a
Dios! ¡Que susto!
ESCENA III
Sala de la casa de Marcelina, entra Ramona.
RAMONA: ¿Y como te ha ido con tu hijita? ¿Se llevan bien? Menos mal que
ya tienes quien te acompañe en tu soledad.
MARCELINA: Sí Ramona, estoy muy feliz, pero tengo que contarte, que he tenido
sueños muy raros con la muñeca, sueño que me habla y
que me dice cosas muy bonitas. La verdad es que me estoy asustan
do.
RAMONA: No te preocupes si son sueños nada más, lo que pasa es que te has
encaprichado con lo que dice la gente de las muñecas grandes.
MARCELINA: No es solo eso, sino que me repite que está cansada de estar acosta
da.
RAMONA: Bueno, Marcelina, párala será verdad que está cansada, no te creas,
propia.
MARCELINA: Esas son pendejadas de esa viejita sin oficio, yo no creo en nada de
eso. Lo que pasa es que le dicen tantas cosas a una.
RAMONA: Bueno, sea lo que sea, debes estar mosca, porque uno no sabe como
son las cosas. Hay tanto misterio.
MARCELINA: Voy a parar la muñequita, como tu me dices, la paro de día y la
acuesto de noche, no quiero tener más pesadillas con ella.
l
RAMONA: ¿Y hablando de otra cosa Marcelina. ¿Cómo te va con el novio
Que conseguiste en el Club de abuelos?
MARCELINA: Más o menos, porque ese señor quiere venirse a vivir para mi casa
y yo no quiero compromiso con nadie.
RAMONA: Tienes razón. ¡A estas alturas de la vida!
Para pasar el rato está bien.
MARCELINA: Pero si se viene para acá, voy a tener que empezar a lavar interiores
y medias de nuevo y a tener obligaciones y no quiero eso.
RAMONA: ¿Y no han hecho ñuqui-ñuqui todavía?
MARCELINA: Sí, el otro día cuando fuimos al paseo de la playa, nos quedamos so
los en la camioneta y el me pidió que hiciéramos el amor.
RAMONA: ¿Y Tú que hiciste? ¡Marcelina, que chévere!
MARCELINA: Dije que sí, pero no me quité las medias panty ni el pañal
desechable.
RAMONA: Pero, entonces no hicieron nada. ¡Ja, ja, ja.
MARCELINA: Pues sí, me arrepentí, porque si yo hubiera sabido que estaba tan
duro aún, me los hubiera quitado.
RAMONA: ¡Qué pendeja fuiste! No disfrutaste nada.
MARCELINA: Pero más pendejo fue él, que me dijo, que si hubiera sabido que yo
era virgen, me hubiera llevado para un buen hotel. ¡Ja. ja ja.!
RAMONA: ¡Ay Marcelina! ¡Ni con la edad se te quita lo tremenda! (risas)
MARCELINA: ¿Y por qué uno debe dejar de ser lo que es, porque se ponga vieja?
RAMONA: Bueno eso si es verdad. ¡Te admiro cuñada! ¡Ojalá yo pudiera ser así
MARCELINA: No eres porque no te da la gana, pero vives oliéndole los peos al
güevón de mi hermano, que no hace sino darte mala vida, no mi
amor, ya yo hubiera cogío las de Villa e Diego, hace rato.
RAMONA: Bueno, cuñi, está muy buena la conversa, pero tengo que ir a lavarle
un ropero al güevón de tu hermano. Yo lo quiero mucho y por eso
le aguanto. ¡Chao! (sale del foro)
Marcelina se ha quedado sola, se levanta de la silla y para la muñeca
al lado de la camita.
MARCELINA: (hablando con la muñeca) Mi querida Belinda, te voy a parar, pero
por favor no me sigas asustando en mis sueños.
MUÑECA: No mami, no lo haré más nunca.
Marcelina aterrada tira la muñeca sobre la cama y se pone a llorar
histérica..
ESCENA IV
Sala de la casa de Marcelina, ella se encuentra hablando por
teléfono toda alterada, con su cuñada Ramona.
MARCELINA: Ramona Ven lo más rápido que puedas, me he pasado una cosa horrible
la piazo e muñeca me habló de verdad cuando la paré
como me dijiste. Aquí te espero. ¡Ven por favor
Sala de la casa de Marcelina, entre Ramona presurosa, abre con
su llave y encuentra a Marcelina llorando a todo pulmón
RAMONA: ¡Ah Marcelina! ¿Qué te pasa? Eso que me dijiste no puede ser cierto ninguna muñeca habla.( abrazándola) Tu lo que estás es nerviosa.
MARCELINA: ¡Sí me habló, sí me habló! Te lo juro, yo estaba bien despierta y la oí
clarito. Me dijo que no me iba a asustar más. ¡Ya no la quiero! Llé
vatela, dásela a alguien o bótala por ahí.
Ramona agarra la muñeca y la mete en una bolsa grande para basura
y se la lleva de la casa de Marcelina. Sale de escena. Marcelina queda
llorando. Está recostada en el sofá y se queda dormida. De pronto
Aparece la muñeca y vuelve a hablarle.
MUÑECA: Mami, ¿Por qué me botaste? Ya estaba feliz porque tú me querías. Ma
mi no me botes por favor!
Marcelina, se para muy asustada y se sacude todo el cuerpo, se santi-
gua y se dispone a abrir la puerta que están tocando. La abre y es la
Señora Marcruz que llega a visitarla.
MARICRUZ: ¿Cómo está Marcelina? ¿Qué le pasa? Tiene varios días que no va
Por el Club. ¿Está enferma? Hoy me dije: tengo que ver a Marcelina
¿Estará enferma? Y aquí me tienes como un clavel.
MARCELINA: No, gracias a Dios no estoy enferma pero me han sucedido cosas, que
si le cuento llora.
MARICRUZ: ¿Me va a terminar de contar su vida?
MARCELINA: Podría ser, para distraerme de tanto horror. ¿En dónde habíamos que
dado?
MARICRUZ: Era muy niña aún y estaba cuidando a un bebé.
MARCELINA: ¡Ah, sí! Pues el caso es que ese niño era más grande que yo, gordo y
hermosote, yo no podía con él, le daba su tetero y su comida, pero no
podía bañarlo, otra sirvienta me ayudaba, sudaba para cambiarle el
pañal.
MARICRUZ: ¡Que gente tan cruel! ¿Y no se daban cuenta de eso?
MARCELINA: Si se daban pero no les importaba para nada una pequeña niña, muer
ta de hambre. Figúrese que de ahí también me tuve que ir, el hijo
mayor, un muchacho como de doce años, también me quería coger.
MARICRUZ: ¿Y a dónde fue a parar Marcelina?
MARCELINA: La señora me mandó a acompañar a su mamá, que era una viejita
muy mala y chismosa.
MARICRUZ: Pero usted, no pegaba una Marcelina.
MARCELINA: Todas las noches me obligaba a rezar el rosario cinco veces y ella se
quedaba dormida, yo aprovechaba de dormir un ratico también.
MARICRUZ: ¡Claro! Es comprensible ¿Y dormía con ella en la cama?.
MARCELINA: . Tenía que dormir en una cobija doblada en el piso al lado de la cama
de la vieja.
MARICRUZ: ¿Vivió muchos años con ella?
MARCELINA: Se murió cuando yo tenía dieciséis años, con mi cabello entre sus ma
nos
MARICRUZ: Pero por lo menos ahí no había hombres y le darían un poquito más
de comida.
MARCELINA: Si había hombres, el jardinero, el chofer y el mayordomo, pero eran
buenos El mayordomo me tenía mucho cariño y me daba comida a . escondidas de la vieja. La cocinera me daba ropita de su hija.
MARICRUZ: ¿Qué hizo después que se murió la vieja?
MARCELINA: La cocinera tenía una hija que era enfermera en un hospital y me lle
vó a trabajar de camarera lavando patos.
MARICRUZ: ¿Qué hospital era ese?
MARCELINA: El Universitario. Allí todo el personal me
agarró mucho cariño y me trataban muy bien, tuve mi primer sueldo.
y me enseñaron a trabajar, después trabajé en la cocina, repartiendo
la comida a los enfermos.Y me enseñaron a inyectar.
MARICRUZ: Mejoró considerablemente su vida ¿Y dónde vivía?
MARCELINA: Sí del cielo a la tierra, viví con la muchacha hasta que se casó, des
pués alquilé una habitación en casa de una señorita vieja, que vivía
sola y allí estuve hasta los treinta años.
MARICRUZ: ¿Y no tuvo novios?
MARCELINA: Sólo con el que me casé, yo era muy bonita, pero le tenía miedo a los
hombres. A los treinta años me casé.
MARICRUZ: Claro, por todo lo que pasó en su niñez.
MARCELINA: Sí, pero este hombre con el que me casé, fue tan bueno, que me hizo
perderles el miedo.El me enseñó a leer y escribir, era chofer de ambu
lancia en el hospital y así poco a poco me enamoré de él.
CRUZ: ¿Y no tuvieron hijos?
MARCELINA: No, porque el quedó estéril en un accidente automovilístico, pero de
su primer matrimonio tuvo dos hijos, pero la mamá se los llevó para
Arabia cuando se separaron.
MARICRUZ: ¿Y usted, se los quería?
MARCELINA: Nunca los conocí, solo lo que el me con-
taba, que eran muy lindos y los quería mucho.
MARICRUZ: ¡Cuántos años estuvieron juntos?
MARCELINA: Fuimos felices por cuarenta años, hasta que murió a los ochenta de
apoplejía. Un hombre maravilloso, yo también lo hice feliz
MARICRUZ: ¡Que bonita historia Marcelina! al fin usted, pudo lograr la felicidad,
bien merecida la tenía.
MARCELINA: Pero mire MariCruz, usted nunca me ha contado nada de su vida,no ha
echado nada para afuera.
MARICRUZ: Mi vida ha sido pobre, pero muy buena, muy sencilla, gracias a Dios
no he pasado por angustias ni problemas grandes Pero un día de es-
tos le cuento todo. Me voy ¿Pero no he visto la muñeca, dónde está?
MARCELINA:. ¡Ay Maricruz! La boté, figúrese que me habló la condená muñeca.
MARICRUZ: ¡ Ave María Purísima! Estaba embrujada. ¿Usted, no ha averiguado
donde la compró?. Vaya y pregunte.Uno no sabe que puede ser.
MARCELINA: Ese es un buen consejo. Pronto iré a hablar con la señora
quien se la compré. Chao Maricruz
Ambas salen del foro
ESCENA V
Sala de la casa de Marcelina, entre la señora Candelaria
quien ha tocado a la puerta y Marcelina le abre.
CANDELARIA: ¡Hola señora Marcelina! ¿Cómo está? Pasaba por aquí y me dije
Voy a saludar a Marcelina y ver como está la muñeca
MARCELINA: ¿Cómo está señora Candelaria?
CANDELARIA: Muy bien, gracias a Dios. ¿Cómo está
la muñeca de mi difunta niña Cristina?
MARCELINA: ¿De su niña Cristina?.¿Quiere decir que la dueña está muerta?
CANDELARIA: Sí señora, ya tiene cinco años que murió malamente, la pobre.
MARCELINA: ¿Qué era, Usted de ella?
CANDELARIA: Yo solo era su cuidadora. Ahora cuido la casa donde vivo.
MARCELINA: ¿De que murió la niña?
CANDELARIA: Mi niña estaba en el balcón de la quinta cuando pasaron dos ma-
landros echándose plomo y un tiro le dio en la cabecita.
MARCELINA: ¡Que tragedia! ¿Y la familia?
CANDELARIA: Mi niña era huérfana de madre y el papá se volvió a casar con
una mujer que no la quería, que le hacía muchas maldades.
MARCELINA: ¡Pobre niña!
CANDELARIA La niña fue creciendo con rencor y odio en su corazoncito, ella tam
bién hacía maldades. Dicen que la niña mató a su abuelita.
MARCELINA: ¡Ay Dios! ¿Cómo fue eso?
CANDELARIA: Los sirvientes de la casa dicen que la viejita era ciega y que Cris
tina la llevó a las escaleras y la dejó sola y la señora rodó y se
mató.
MARCELINA: ¿Y el papá de la niña?
CANDELARIA: Cuando la niña murió, se fue con su mujer para el exterior y me de
jó encargada de la casa, siempre me mandaba dinero.
MARCELINA: Entonces Usted, quedó como dueña.
CANDELARIA: Si, pero hace tresmeses que no me envía nada, entonces me he visto
obligada a vender cosas para poder mantenerme y pagar los ser- . vicios de la casa
MARCELINA: Sabe, señora Candelaria, que la muñeca me habló y tuve que botar-
la, pues me dio mucho miedo.
CANDELARIA: ¡Ay! ¿Para qué la botó? Ese es el espíritu de mi niña que se posesio
nó de la muñeca, mi niña está penando.
MARCELINA: ¡Ay señora Candelaria, no me asuste!
CANDELARIA: Quien sabe que necesita.
Ella no era mala de corazón, sino que no tuvo quien la amara. Eso
se le echaba agua bendita y ya está, ella no fue bautizada.
MARCELINA: La muñeca me dijo que al fin había encontrado quien la quisiera.
CANDELARIA: A lo mejor usted fue escogida para ayudarla a irse con Dios.
MARCELINA: ¡Qué broma! Yo no sabía nada de eso. Quisiera ayudarla, pero
¿Cómo?
CANDELARIA: Vaya a buscarla y la bautiza y le da cariño y le dice que se vaya
con la luz. No le tenga miedo.
MARCELINA: Pero, ¿dónde la busco? No se que hizo mi cuñada con ella
CANDELARIA: Pregúntele, a ver si puede encontrarla, es peligroso para usted
dejarla así. Récele, préndale una vela y dígale su nombre.
MARCELINA: Usted, si que me pone en un compromiso. Veré que hago.
Adiós señora Candelaria. Hasta la próxima.
Las dos mujeres se despiden con un beso en las mejillas y salen
del foro.
ESCENA VI
Sala de la casa de Marcelina, están conversando Ramona y Marce
lina.
MARCELINA.: Me da mucha pena decirte esto, pero necesito saber que hiciste con
la muñeca. ¿Se la diste a alguien?
RAMONA: No, mijita, yo agarré esa muñeca y la tiré para un basurero.
MARCELINA: ¿Dónde, dónde queda ese basurero? ¡Dímelo!
RAMONA: En el de Las Clavellinas. ¿Pero por qué te interesa saber eso?
MARCELINA: Después te cuento. Estoy muy apurada. Chao Ramona. Nos vemos
Las dos mujeres salen de escena.
ESCENA VII
Sala de la casa. Marcelina, se encuentra hablando
con la muñeca, la ha bañado y vestido con un traje
nuevo y le está colocando una cinta de raso roja en
la cabeza, cuando tocan a la puerta y es la señora
MariCruz.
MARCELINA: ¡Hola Maricruz, pase, pase! ¿Cómo está?
MARICRUZ: Estoy bien pero muy intrigada, porque me invitó POR por teléfono para
su casa esta tarde ¿ Qué necesita de mí?
MARCELINA: El caso es que quiero que me bautice la muñeca y usted
sea mi comadre.
MARICRUZ: Pero, ¿Bautizar muñecas a esta altura de la vida? Eso es
juego de niñas.
MARCELINA: No me pregunte mucho y haga lo que le digo, que no se
va a arrepentir. Son ganas de jugar que tengo.
MARICRUZ: Está bien Marcelina, lo voy a hacer para ayudarla a ma
tar sus ganas de jugar. Lo que no hizo de niña.
MARCELINA: (Mostrándole un frasco con agua bendita y prendiendo
una vela) ¡Vamos Cruz, bauticemos a la muñeca!
MARICRUZ: (tomando el agua bendita y echándosela en la cabeza a
muñeca) Yo te bautizo Belinda Pendejales, Porque este
es su apellido Marcelina ¿No?
MARCELINA: Si, pero se pronuncia Pendejeils, mi papá era inglés de
Trinidad.
MARICRUZ: Bueno, es lo mismo.¡Acerque la vela! pero con cuidado
no vaya a quemar la muñeca.
MARCELINA: Muchas gracias Maricruz ¡Póngale la sal en la boquita
para que quede bien bautizada. ¡Ya somos comadres!
MARICRUZ: Hay que ver que a Usted si le queda bien el apellido. ¡ y
que bautizar muñecas! Y yo que la sigo también.
MARCELINA Bueno comadre, ahora nos tomamos un guarapito con unos
golfeados, que compré para celebrar.
MARICRUZ: Comadre ya me voy, porque se me está haciendo tarde, esta
ban divinos los golfeados.
MARCELINA: Vaya con Dios comadre, échele la bendición a Belindita y
cuando tenga le compra su cadenita, aunque sea de golfil.
MARICRUZ: Dios te bendiga Belindita y que hagas muy feliz a la coma
dre Marcelina.
MARCELINA (Que se ha quedado sola con la muñeca, comienza a hablar
Bueno, mi niña adorada ya no puedes quejarte, he cum
plido con lo que necesitabas, espero que no me asustes
más y que tu espíritu vaya al lugar que Dios te tiene desti
nado.
BELINDA: Muchas gracias mami, sabré agradecértelo, pero tengo mie
do de irme sola, quiero que vayas conmigo.
MARCELINA: ¿Ir contigo? ¡Zape! ¡Ya empezamos de nuevo!
BELINDA: Sería maravilloso que fueras conmigo. Juntas veríamos a
Dios y a los angelitos del cielo.
MARCELINA: ¡ Bacié sapo! Iré a ver eso cuando me corresponda, pero
ahora no quiero. Debo vivir hasta que Dios quiera.
BELINDA: ¡Oh mami, ven conmigo y así no sufrirás más!
MARCELINA: No jó, muchachita del carajo, ¿Quién te dijo que yo sufro?
¡Déjate de vainas!
BELINDA: (Se lanza en los brazos de Marcelina y la abraza fuertemente
Si mami, te voy a llevar conmigo, ya está decidido.
MARCELINA: No, no qué va, si te pones terca te vuelvo a echar en la basu
ra.
BELINDA: Eso es algo que no te podré perdonar nunca, mami.
MARCELINA: ¡Bueno, vamos a dormir! Que ya tengo sueño.
ESCENA VIII
Ramona y Maricruz entran a la casa de Marcelina . Ambas están preocupadas,.buscan por toda la casa
llamando a gritos.
RAMONA Y MCRUZ: ¡ Marcelina, Marcelina! ¿Dónde estás? ¿Qué
tienes?
RAMONA: Ayer no pude venir a verla, pero la llamé por teléfono
y no me contestó, después no pude llamarla porque
me fui para el hospital, con el niño enfermo. ¿Qué le
habrá pasado?
MARICRUZ: (Se acerca al sofá y grita)
¡Venga a ver Ramona! Yo creo que Marcelina está
muerta, no respira y tiene los ojos abiertos, y tiene
una cinta roja apretada alrededor del cuello.
RAMONA: ¡Ay, Dios mío! ¡Marcelina se ahorcó!
MARICRUZ: ¡ Por qué haría eso? Tan contenta que estaba con su
muñeca ¡Mire la tiene acostada al lado!
RAMONA: ¡Tenemos que llamar a la policía! y al médico forense.
CRUZ: Si, no nos queda más remedio. ¡Pobre Marcelina!
ESCENA IX
(Marcelina yace tendida en su sofá con la muñeca
a su lado. Entran los policías y el forense a levantar
el cadáver, están presentes Ramona y Cruz)
MEDICO FORENSE. La occisa tiene dos días de muerta y al parecer esto
es un homicidio, nadie puede ahorcarse en esa for
ma.
POLICÍA 1: Si, es bastante extraño, parece que lo realizó otra
persona.
RAMONA: Pero la puerta estaba cerrada con llave, nadie pudo
entrar, solo yo tengo otra llave.
POLICÍA 2: En ese caso tendrá que ir a declarar como sospechosa
MARICRUZ: Pero Ramona es como su hermana, es la que la cui
da, nadie puede sospechar de ella.
POLICÍA 1: En un caso como este se sospecha hasta de la madre
MED. FORENSE: Preparen la furgoneta para que se la lleven para ha
cerle la autopsia.
POLICÍA 2: Si señor, enseguida.
MARICRUZ: Acercándose al sofá agarra la muñeca por una
mano y la saca caminando
Ramona, me voy a llevar la muñeca como recuerdo
de mi comadre Marcelina, yo se la bauticé.
RAMONA: Ve a Ma. Cruz, asintiendo con la cabeza y no le dice nada
TELÓN
Pon en manos del Señor tus y tus proyectos y se cumplirán
Proverbios 16-3
NUNCA TUVE UNA
Obra teatral de Gladys Laporte
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