LAS TAPARITAS
CUENTO DE GLADYS LAPORTE
Cada mañana salían dos niñas a pasear a la orilla del río Curupao. Natasha y Katiuska eran sus nombres y siempre las acompañaba Sigfrido, un perrito Chihuahua que les había mandado el tío Lorenzo desde Méjico, la última Navidad. Era hermoso ver el río por las mañanas, pues los rayos del sol penetraban a través de los ramajes y le iban dando al agua tonalidades de piedras preciosas: aquí una esmeralda, allá una cascada de oro y, en el medio del río, puntitos de todos los colores, que daban la sensación de una cesta de joyas que se hubiera volcado. Natasha y Katiuska siempre vestidas con sus trajecitos rosa y azul y con sendos lazos de los mismos colores adornando sus cabecitas rubia y morena; disfrutaban de este paisaje todas las vacaciones en que iban a Guarenas a visitar a los abuelos en la Hacienda que quedaba cerca del Río Curupao.
Cerca de las muchachitas, correteaban los perros del abuelo, que eran los guardianes de los graneros y las protegían de cualquier intruso que intentara acercárseles.
En las riberas había infinidad de árboles, pero a las niñas los que más les llamaban la atención eran Los Totumos, por las lindas esferas verdes que colgaban de sus ramas semejándolos a unos arbolitos de navidad, con sus hojas pequeñas y verdecitas que formaban ramitos brillantes.
Los pájaros y las mariposas abundaban en el paisaje, alegrándole las mañanas al par de hermanitas que formaban parte de la escena campestre que se divisaba desde el patio de la casa.
Una mañana Katiuska le dijo a Natasha:
-¿De qué estarán llenas las esferas del Totumo?
-Yo no sé – contestó Natasha- pero vamos a decirle al peón José de La Trinidad que nos abra una con un machete, y así veremos lo que contiene.
- Está bien. ¡Vamos a llamarlo!
Fueron las dos y le expusieron al muchacho lo que querían y éste les dijo:
-Las taparas lo que contienen son tripas y unas semillas marroncitas. Les voy a abrir una, pero no con machete sino con una segueta para que vean lo que tiene adentro. Después, le sacaré las tripas con una cuchara y rasparé las cáscaras con una navaja para dejarlas limpiecitas. Luego, las pondremos a secar y les quedarán un par de taparitas, que son como un par de tacitas para tomar guarapo.
El peón les preparó las taparitas y les iba diciendo como se hacía cada cosa. Las niñas emocionadas lo acosaban a preguntas:
-¿Para qué sirven las tripas? ¿Y las semillas?
José de La Trinidad cariñoso les contestaba:
-Las tripas sirven como remedio contra el asma y hay gente que sabe hacer dulce con ella. Las semillas sirven para sembrar nuevos árboles de Totumo
Las muchachitas agradecidas tomaron cada una su taparita verde y las colocaron en el techo de la casa para que se secaran con el sol. Días después las recobraron y, a partir de allí, usaban las taparitas para tomar agua, papelón con limón o guarapo de caña.
Cuando regresaban a la ciudad, al término de las vacaciones, José de la Trinidad les regaló unas taparitas, con dibujos y agarres de cuero, que usaron como carteritas.
CUENTO DE GLADYS LAPORTE
Cada mañana salían dos niñas a pasear a la orilla del río Curupao. Natasha y Katiuska eran sus nombres y siempre las acompañaba Sigfrido, un perrito Chihuahua que les había mandado el tío Lorenzo desde Méjico, la última Navidad. Era hermoso ver el río por las mañanas, pues los rayos del sol penetraban a través de los ramajes y le iban dando al agua tonalidades de piedras preciosas: aquí una esmeralda, allá una cascada de oro y, en el medio del río, puntitos de todos los colores, que daban la sensación de una cesta de joyas que se hubiera volcado. Natasha y Katiuska siempre vestidas con sus trajecitos rosa y azul y con sendos lazos de los mismos colores adornando sus cabecitas rubia y morena; disfrutaban de este paisaje todas las vacaciones en que iban a Guarenas a visitar a los abuelos en la Hacienda que quedaba cerca del Río Curupao.
Cerca de las muchachitas, correteaban los perros del abuelo, que eran los guardianes de los graneros y las protegían de cualquier intruso que intentara acercárseles.
En las riberas había infinidad de árboles, pero a las niñas los que más les llamaban la atención eran Los Totumos, por las lindas esferas verdes que colgaban de sus ramas semejándolos a unos arbolitos de navidad, con sus hojas pequeñas y verdecitas que formaban ramitos brillantes.
Los pájaros y las mariposas abundaban en el paisaje, alegrándole las mañanas al par de hermanitas que formaban parte de la escena campestre que se divisaba desde el patio de la casa.
Una mañana Katiuska le dijo a Natasha:
-¿De qué estarán llenas las esferas del Totumo?
-Yo no sé – contestó Natasha- pero vamos a decirle al peón José de La Trinidad que nos abra una con un machete, y así veremos lo que contiene.
- Está bien. ¡Vamos a llamarlo!
Fueron las dos y le expusieron al muchacho lo que querían y éste les dijo:
-Las taparas lo que contienen son tripas y unas semillas marroncitas. Les voy a abrir una, pero no con machete sino con una segueta para que vean lo que tiene adentro. Después, le sacaré las tripas con una cuchara y rasparé las cáscaras con una navaja para dejarlas limpiecitas. Luego, las pondremos a secar y les quedarán un par de taparitas, que son como un par de tacitas para tomar guarapo.
El peón les preparó las taparitas y les iba diciendo como se hacía cada cosa. Las niñas emocionadas lo acosaban a preguntas:
-¿Para qué sirven las tripas? ¿Y las semillas?
José de La Trinidad cariñoso les contestaba:
-Las tripas sirven como remedio contra el asma y hay gente que sabe hacer dulce con ella. Las semillas sirven para sembrar nuevos árboles de Totumo
Las muchachitas agradecidas tomaron cada una su taparita verde y las colocaron en el techo de la casa para que se secaran con el sol. Días después las recobraron y, a partir de allí, usaban las taparitas para tomar agua, papelón con limón o guarapo de caña.
Cuando regresaban a la ciudad, al término de las vacaciones, José de la Trinidad les regaló unas taparitas, con dibujos y agarres de cuero, que usaron como carteritas.
¡Y colorín colorao este cuento se ha acabao!
1 comentarios:
GLADYS MARGARITA LAPORTE DE VILLEGAS dijo...
Estas dos niñas que aparecen en el cuadro somos mi hermanita EUNICE y yo con nuestros vestidos de navidad, por muchos años mi mamá nos vistió así de los dos colores y con los lazos de adorno.El ambiente es el pueblo de Montalbán y las matas de totumo son de Guarenas,la ciudad donde vivo hace 34 años y que adoro, por todo lo que me ha dado. Gracias a Dios.
1 comentario:
Estas dos niñas que aparecen en el cuadro somos mi hermanita EUNICE y yo con nuestros vestidos de navidad, por muchos años mi mamá nos vistió así de los dos colores y con os lazos de adorno.El ambiente es el pueblo de Montalbán y las matas de totumo son de Guarenas,la ciudad donde vivo hace 34 años y que adoro, por todo lo que me ha dado. Gracias a Dios.
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