GLADYS LAPORTE, LA ABUELA CUENTA-CUENTOS

24 de marzo de 2010 — CON MOTIVO DE LAS FIESTAS PATRONALES EN HOMENAJE AL BUEN JESUS DE PETARE, SE REALIZO UNA EXPOSICION EN EL MUSEO DE PETARE, BARBARO RIVAS, EN DONDE TUVO PARTICIPACION LA GRAN CUENTA CUENTOS Y PATRIMONIO CULTURAL DEL ESTADO MIRANDA, GLADYS LAPORTE. REALIZADO POR: EDUARDO HERNANDEZ P.N.I.: 5.909 MUNICIPIO SUCRE, ESTADO MIRANDA, VENEZUELA 03/2010

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sábado, 14 de agosto de 2010

CUENTOS NAVIDEÑOS DE GLADYS LAPORTE


EL ANGELITO DE SEDA

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DE GUARENAS.

En el cielo, hay como un edificio muy alto y en cada piso viven los ángeles según su jerarquía: Serafines, Querubines, Tronos, Dominaciones, Virtudes, Potestades, Principados, Arcángeles y Ángeles. En el sótano, como diríamos aquí en la tierra, están los angelitos de los niños que murieron al nacer o a los pocos años de nacido, no es que estén castigados por no haber cuidado a los niños, sino que están allí, porque están más cerca de la tierra y siempre están pendientes de los niños que van a morir, para guiarlos junto a su Ángel de La Guarda, al sitio donde se les tiene destinado, tienen que estar allí para bajar rápido y traerlos a su casa celestial.
En un país muy lejano, tan lejano que desde aquí no se ve, vivía una joven muy pobre que estaba embarazada, ella lloraba mucho porque no tenía comida ni ropa y en ese país hacía mucho frío, tanto que caía nieve y era diciembre un día después de Navidad. Allí la gente pobre muere de frío en las calles. La muchacha pensaba:
-Ay, cuando nazca mi niño se me va a morir enseguida porque no tengo alimentos ni ropa para darle ¡Oh Dios mío ayúdame, Ángel de mi Guarda protégeme!
Ella se acurrucaba en un oscuro rincón de una calle de una gran ciudad, en la parte de atrás de una tienda de juguetes, en el basurero se veían gran cantidad de cajas y de adornos rotos, de los que usan para adornar los arbolitos, la muchacha recogió un gran montón de papeles de regalo, una caja de muñecas y unos trozos de algodón, para hacerle una cunita abrigadita a su bebé, estando en esta actividad, vio que debajo de un gran montón de papeles, brillaba una cosita, como un muñequito de juguete fue y lo recogió y pensó:
-Este será un lindo juguete para mi niñito.
Tomó el muñequito y lo fue limpiando con un algodón y estirando su vestido que era como un abanico de papel de seda plisado, le faltaba media alita y la aureola estaba rota, pero la joven como pudo lo acomodó y quedó arregladito, la muchacha se decía:
-¡Que lindo juguete! Hay otros que está peor que uno, mi hijito tendrá el más bello juguete que hubiera podido darle.
De repente la muchacha oyó un ruido debajo de unos papeles y vio que algo se movía entre ellos, entonces los fue quitando y allí estaba una preciosa niña, ricamente vestida pero sucia, parecía una muñeca, cuando ésta abrió los ojos se asustó y empezó a hacer pucheros. La muchacha le habló dulcemente a aquella niña que tendría cuatro o cinco años y le preguntó que hacía allí, la niña le contestó:
-Mi madre me trajo el día de Navidad a la tienda para que escogiera mi regalo, pero me puse a caminar y me perdí luego vine a dar a este lugar y como tenía frío me quedé dormida debajo de los papeles.
La joven la cargó para sacarla de allí y se dio cuenta que la niña tenía fiebre y estaba muriendo de frío, la niña miraba con ojos brillantes al angelito que la joven tenía en su mano y se le notaba que quería tenerlo, la muchacha conmovida le dijo:
-Toma querida niña, te regalo el angelito de seda de mi hijo para que te lleve al cielo
En ese momento se abrazaron y se quedaron dormidas. Esa noche la joven soñó que el angelito de seda cobraba vida y los llevaba a los tres, a ella a su hijito y a la niña ante Dios.
A la mañana siguiente la joven despertó en una cama de un gran hospital, tenía su hijito al lado; ya nacido y a los pies de la cama estaban los padres de la niña que parecía una muñeca, ésta tenía el angelito de seda entre sus manos y todos sonreían.
Y colorín colorao este cuento se ha acabao.







EL PINGÜINO QUE QUERÍA CONOCER A SANTA CLAUS

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Allá más cerca que más lejos en el Polo Sur, donde viven los pingüinos. Había uno llamado Pingüi que quería conocer a Santa Claus, él lo había visto en una tarjeta que le enviaron a un capitán. Ahí aparecían Santa Claus, un trineo, un hermoso venadito y un duende de esos que hacen juguetes para Santa.
Pingüi soñaba con poder viajar al Polo Norte para ver a Santa Claus. Pero ningún pingüino puede sobrevivir en el Norte, porque ese no es su hábitat.
Un día llegaron hombres de un zoológico y cazaron a varios pingüinos, pero Pingüi era tan chiquito que lo dejaron.
Esa noche cuando todos dormían, Pingüi subió al barco y vio a sus hermanos llorando pues estaban presos en unas jaulas, para ser llevados a un zoológico en un país del Norte de América.
Pingüi se lanzó al mar y fue a hablar con las morsas y las focas y les contó lo sucedido, pensaron mucho y esa noche la pasaron arrastrando trozos de hielo para impedir que el barco pudiera salir a navegar, formaron una especie de iceberg.
Los cazadores se vieron en la necesidad de soltar a todos los pingüinos, pues no sobrevivirían tantos días sin contacto con el hielo.
Pingüi y sus hermanos se fueron caminando como sólo ellos saben hacerlo, tambaleándose y se internaron muy adentro en el Antártico donde no pueden llegar los hombres.
El Hada de La Nieves del Sur, vio lo que había Pingüi y la Noche de Navidad, le pidió a Santa Claus que se echara una pasadita por La Antártida en el Polo Sur, para que Pingüi
pudiera conocerlo.
Esa noche Santa Claus con su trineo pasó por el Polo Sur y le lanzó cubitos de hielo con polvo de estrellas a Pingüi, y éste fue muy feliz. Y desde ese día Santa Claus va al Polo Sur a llevarles regalos a los pingüinos.
Y colorín colorao este cuento se ha acabao.










ARBOLITO ES ARBOLITO Y ARBOLITO ES NAVIDAD


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Hace ya mucho, pero muchísimo tiempo, en un pueblo de la Bielorrusia, vivía una señora viuda pobrísima, se llamaba Satchenka Rustinova, que tenía una hijita de siete años llamada Pavlovina, quien padecía una enfermedad muy grave y según los médicos de esa época la niña moriría al cumplir los ocho años, víctima de la afección que la aquejaba.
La pobre Satchenka se afligía porque sabía que muy pronto su niña iría a hacerle compañía a su esposo Dimitri allá en el cielo. La niña y la madre eran muy cristianas y ambas sabían que solo Dios es el que sabe en que momento va a llamar a cada uno y por lo tanto estaban preparadas esperando ese dichoso momento de reencontrarse con su creador. Aunque la señora tenía conciencia que era muy triste la despedida, confiaba en que su Señor le daría la fuerza y resignación que necesitaba para el momento de la separación.
Pavlovina sufría de fuertes dolores en todo el cuerpo, pero no se quejaba y los ofrecía por la paz del mundo y de su pueblo que siempre vivía en guerra.
La niña amaba mucho la Navidad y como era costumbre entre la gente cristiana se celebraba la fiesta con mucha alegría y felicidad.
La madre de Pavlovina hacía muñecas con trapos viejos que recogía en el pueblo y en Navidad reunía a los niños pobres y les daba muñecas como regalos, les daba té caliente y galletas de jengibre, porque en la Navidad en Bielorrusia hace mucho frío y hay nieve por todas partes.
Pavlovina adoraba la navidad y le había pedido a su madre que cuando llegara el momento de irse, adornara un arbolito y toda la casa como si estuvieran en Nochebuena y llamara a todos los niños del pueblo para que estuvieran junto a ella. Como Satchenka no sabía cuando ocurriría esto decidió tener la casa adornada todo el año y como no tenía dinero para comprar arbolito y adornos, cortó una rama seca y la pintó de blanco y le colgó cáscaras de huevos pintadas y nueces con hilos dorados. Pavlovina le decía:
-¡Que lindo mamá! ¡Arbolito es arbolito y arbolito es navidad!
Todos los días venían niños a visitar a la muchachita y la mamá les daba te y galletitas. La niña se sentía muy dichosa y se olvidaba de sus dolores.
Una tarde en que hacía mucho calor, tocó a la puerta de la humilde casita, un señor cuyo automóvil se había accidentado, le había pedido un poco de agua a la señora y permiso para guarecerse del sol. Satchenka lo mandó a pasar a la salita muy amablemente y le ofreció té y galletas. Al hombre le llamó la atención ver la casa decorada de Navidad y preguntó a la madre y ésta le contó su historia. El hombre admirado le dijo que él tenía una hijita de la edad de Pavlovina, pero si supiera que ésta iba a morir enloquecería de dolor y ella se veía tan tranquila. Satchenka le contestó que eso sucedía porque ella era cristiana. El hombre le preguntó que era eso y la mujer se puso a explicarle todo sobre Dios y Jesús y el señor le prometió que iba a venir con su esposa y su hijita para que oyeran aquello, luego vio las muñecas que hacía la señora y le dijo que eran tan perfectas que podría venderlas en la ciudad y se comprometió a buscarles venta en las tiendas de sus amigos. Cuando hubo reparado su auto se marchó llevándose varis muñecas para mostrarlas en la ciudad.
A los quince días regresó el hombre y trajo a su familia, además de un bello árbol de navidad con todos sus adornos y muchos regalos para Pavlovina, también trajo un pedido de trescientas muñecas para Satchenka, que le habían encargado para navidad en varias tiendas de la ciudad. Entre todos adornaron el arbolito y Pavlovina se fue al cielo sintiéndose la niña más dichosa del mundo y Colorín colorao, este cuento se ha acabao

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