GLADYS LAPORTE, LA ABUELA CUENTA-CUENTOS

24 de marzo de 2010 — CON MOTIVO DE LAS FIESTAS PATRONALES EN HOMENAJE AL BUEN JESUS DE PETARE, SE REALIZO UNA EXPOSICION EN EL MUSEO DE PETARE, BARBARO RIVAS, EN DONDE TUVO PARTICIPACION LA GRAN CUENTA CUENTOS Y PATRIMONIO CULTURAL DEL ESTADO MIRANDA, GLADYS LAPORTE. REALIZADO POR: EDUARDO HERNANDEZ P.N.I.: 5.909 MUNICIPIO SUCRE, ESTADO MIRANDA, VENEZUELA 03/2010

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domingo, 2 de enero de 2011

CUENTOS NUEVOS



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CUENTOS NUEVOS GLADYS LAPORTE

ESCATOLÓGICO

La escuela apestaba, estaba embarrada de mierda por todos lados, era horrible ¿Qué había sucedido? ¿Quién podría haber hecho aquello? Era miércoles, mitad de semana y tendrían que suspender las clases en plenos exámenes. Estaban untados todos los pupitres, las paredes, los pizarrones, las carteleras, solo habían escapado a la debacle la iconografía del rincón patrio; bueno por lo menos habían sido respetuosos de los símbolos nacionales. Se habían salvado los cuadros de Simón Bolívar y de Simón Rodríguez, que parecía que arrugaban la nariz ante los terribles olores que había. La directora llamó al portero y a los obreros de limpieza y les dijo:
-¿Queridos amigos, alguno de ustedes sabe que ocurrió en la escuela?
-Yo no sé nada- dijo el portero- el que debe saber es el vigilante nocturno, él es quien tiene las llaves de todos los salones, de la dirección, la secretaría, la biblioteca y el comedor y todo eso está embarrado hasta los teque-teques.
-¿Y dónde puede ser localizado el vigilante nocturno?- preguntó desesperada la directora-
-No sabemos, el primero que entró esta mañana fui yo y conseguí todas las llaves tiradas frente a secretaría- dijo el portero.
-Señora María, usted que vive enfrente de la escuela ¿no sintió nada anoche?
-Sí, sentí la sirena de una ambulancia que se paró enfrente de mi casa, me asomé a la ventana y pude ver que metían a alguien, pero no se quien era. Me extrañó ver todas las luces de le escuela encendidas. No me quise asomar, no fueran a ser ladrones y eso es peligroso.
- Señor Rondón,- dijo la directora dirigiéndose al portero- Por favor vaya a la casa del señor Jiménez, para que venga a contarnos que sucedió aquí anoche.
- Ya fui señora directora, pero en su casa no había nadie y los vecinos no supieron darme razón.
- Cuando llegué lo llamé a su celular y sale la contestadora. – Apuntó la directora- Bueno señores, suspenderemos las clases hasta que logremos limpiar todo. Voy a llamar a una agencia de limpieza para que vengan a ayudarlos, ustedes solos terminarían en un mes. Señor Rondón por favor, párese en la puerta y va dejando pasar los muchachos de bachillerato uno a uno, que los voy a interrogar, a los de primaria los despacha hasta nuevo aviso. Señor Juan, señora Rosa y señora Julia vengan para que me ayuden a limpiar la dirección traigan agua, trapos, desinfectante y jabón.
-Lo del agua no va a ser posible, desde lunes no hay agua corriente, los tanques están vacios.
-Es cierto, lo había olvidado. Eufrosine por favor- le dijo a la secretaria- Busque la guía telefónica y llame a la compañía Quimlimp, para que vengan a limpiar y al INOS para que nos traigan una cisterna de agua y llenen los tanques.
-¿Sabe señora directora que eso va a ser inútil? El agua de los tanques se va inmediatamente por los tanquecitos de las pocetas que están todos reventados.-dijo Luis el jardinero de la escuela. Además todos los baños están tapados, hasta los de los profesores. Creo que lo han hecho a propósito.



-¡Caramba! ¿Por qué no me habían informado de eso? Yo no tengo tiempo de encargarme de todo, para eso están ustedes para que me avisen de las cosas que pasan en le escuela.
- Señora directora, con todo mi respeto,- dijo Luis- le recuerdo, que yo le avisé de lo que estaba sucediendo, el mismo lunes, pero usted no me puso atención porque iba saliendo para una reunión del partido.
-No era del partido, era del Ministerio de Educación, señor Luis. Hágame el favor y llame al señor Rosendo el plomero para que venga a arreglar los baños.
-Le informo que ya él no quiere venir, porque se le deben dos millones de bolívares del año pasado y me dijo que él no trabaja gratis.
-¡Qué problema! ¡Eufrosine, aproveche y llame a una compañía de plomeros.
-Señora Eliodora ¿Con qué vamos a pagar a toda esa gente? No hay nada en caja chica.
- Con el perdón de ustedes, “Cualquier culo echa sangre”. Lo pagaré con mi sueldo, después veremos.- dijo desesperada la señora directora- También llame a la Zona Educativa y levante un informe.
-Ese es otro problema, no puedo trabajar en la secretaría porque eso está muy hediondo, hasta la computadora está embarrada y no puedo llamar de mi celular pues ya no tengo saldo. Le aconsejo que llamemos a la policía primero. ¡Deme su celular!
-Tome llame de mi celular, esta mañana lo cargué y le metí tarjeta.
-De mi casa pueden llamar, tengo CANTV local- dijo la señora María-
-Muchas gracias señora María, eso es lo que quiero: soluciones, no más problemas. ¿Eufrosine puede instalarse en su sala a hacer lo que le mandé?
-Sí señora directora, con mucho gusto. Puede usar la computadora de mis hijos. ¡Venga conmigo Señorita Eufrosine!
Eufrosine era una mujer de unos cuarenta años, muy bonita, gorda en extremo, con una obesidad avanzada, su piel era de color negro, pero tenía las facciones muy finas y el pelo lisito, lo que aquí llamamos una “culisa”. Era lenta para todo pero muy eficiente en su trabajo. La señora Eliodora la apreciaba mucho, pero le exasperaba su lentitud. La filosofía de Eufrosine era: “Si tú te apuras te mueres y si ni no te apuras también”
La señora directora era una catira alta y muy fuerte, gruesa pero no gorda, era de carnes apretadas y ya rayaba en los cincuenta años, ni bonita ni fea, lo que llamamos buenamoza. Se arreglaba muy bien y era rápida para todo, pero un tanto alocada, se metía en cada lío.
Estando en estas, llegó la policía a investigar que había sucedido, un alto funcionario de grandes bigotes, preguntó:
-¿Qué se llevaron?
-Hasta ahora, no hemos visto que se hayan llevado algo, solo que todo está embarrado de pupú.- contestó la directora.
-¡Ah! pero eso no es problema de nosotros. Llame a la Sanidad o al Ministerio de Educación, nosotros somos un cuerpo represivo, solo para asegurar al delincuente y recuperar lo robado, no nos metemos con problemas de conducta de los escolares, porque seguro esos fueron los que hicieron esto, resentidos por algo. ¡Hasta luego!
-Muchas gracias por su atención, pero deberían tener una división de menores que se encargara de esto.
-Si la hay pero solo para robos, lesiones, homicidios u otras faltas. Ya me voy pero muy feliz de haber conocido a una mujer tan bella como usted, ¿puedo venir a verla en otra oportunidad?-dijo el oficial de policía-



-Usted me va a perdonar señor policía pero ¡Váyase al carajo!
-No voy a tomar en cuenta sus palabras, viendo el problema en que se encuentra, pero no me doy por vencido Esté segura que volveré.
Al rato llegó el señor Rondón y le dijo:
-Señora directora, están llegando los muchachos, pero más que todo son las niñas, hay como cinco o seis varones nada más.
-Bueno Señor Rondón, haga pasar primero a los varones y después a las niñas, pero uno a uno por favor.
En la cancha cubierta, se encontraba despachando la señora directora. Allí habían colocado un escritorio y unas sillas. Eliodora se preparó para oír que tenían que decirle los muchachos. Vamos a ver si logramos desentrañar el misterio.
-¡Buenos días Roberto! Pasa adelante, ¿Qué tienes que decirme con respecto a lo que está pasando en la escuela?
-¡Buenos días señora directora! Yo no se nada, mire aquí tiene mi reposo médico, por cinco días. Hoy era que debía reincorporarme a clases, me enteré en la puerta cuando llegué.
-Está bien, mijo váyase y dele el reposo a la coordinadora, para que le hagan los exámenes que le faltan.
Así fueron pasando todos los varones a declarar y como es de suponer en estos casos, nadie sabía nada. Luego fueron pasando las niñas que tampoco dieron ninguna información y ya casi al final pasó una de nombre Yasmira Rivas, que era conocida en la escuela como “La sapa”, porque era muy chismosa y de todo se enteraba. Eliodora posó todas sus esperanzas en esta chiquilla, que era fea, flaca y desgarbada y siempre vivía envuelta en problemas por su lengua viperina, pero seres así, también son necesarios en este mundo.
-¡Hola Yasmira, pasa adelante! Ya sabes el problema que tenemos y quiero saber que sabes tú del mismo.
-¡Ay señora directora, yo lo sé todo! pero no quiero que los muchachos se enteren de que fui yo la que sapié, porque usted sabe la mala fama que tengo y si saben esto son capaces de matarme. Sólo le digo si me jura que no va a decir que fui yo.
-¡Claro Yasmira, dímelo todo! Te prometo que no diré que fuiste tú.
.El caso señora directora es que yo estaba en mi salón y me quedé de última copiando de la pizarra, cuando oí que en el salón de al lado estaban varios muchachos, preparando un ataque para la escuela.
-¿Cuándo fue eso?
-Eso fue el jueves de la semana pasada.
-¿Y de que se trataba el ataque y por qué?
-Decían que ya no podían soportar más esos baños sin agua y todos llenos de pupú, sin agua en los bebederos, los ventiladores dañados y que estaban cansados de decirle a las coordinadores y no les hacían caso y que usted, no se ocupa de la escuela como es debido.
-¿Y sabes quienes fueron?
-Bueno no estoy segura, pero reconocí las voces de Fernando Arroyabe, Bartolo Díaz y Roberto Fuenmayor que fue quien ideó todo. ¿Qué les va a hacer señora directora? ¿Los va a mandar presos?
-No Yasmira, no les voy a hacer nada, por esta vez los muchachos tenían razón.

Fin


EL ÚLTIMO TREN.

Mí tía Françoise Bernard, medio hermana de mi abuela paterna, era natural de Haití. Cuando la conocí, tendría yo unos trece años y mi tía unos sesenta más o menos.
Mi mamá la llamaba “La marrana”. Madrina en francés se dice: la marraine, mamá la llamaba así porque había sido testigo en su boda por la iglesia. Así aprendimos todos a llamarla en casa: la marrana para aquí, la marrana para allá.
Nuestra querida marrana se ocupaba de tejer, bordar, calar, pintar, hacer encajes de bolillos, lindas sábanas y fundas caladas, también leía mucho, sobre todo novelas románticas y de aventura.
Ella hacía una sabrosa sopa a la que llamaba ratatouille y nosotros le decíamos ratatuya. Varias veces a la semana le hacíamos este pedido:
-¡Marrana haznos sopa de ratatuya por favor! Y ella sonriente nos complacía siempre.
Cuando cumplí quince años la marrana me regaló un precioso ajuar de lencería, todo blanco y bordado, ella lo llamaba “tren” y me dijo que lo guardara para cuando me casara porque ella ya había renunciado a la idea de casarse algún día, pronto cumpliría sesenta y dos años, ya había perdido toda esperanza.
Unos sobrinos ricos, decidieron colocarla en una residencia para ancianos de buenos recursos económicos, para y que estuviera mejor atendida. Tenía permiso de venir a casa todos los sábados y domingos a pasar el fin de semana con nosotros y el domingo en la tarde regresaba a su casa-hogar.
Una tarde le conté que tenía intenciones de entrar en un convento de monjas católicas y ella como un secreto de estado me dijo:
-¡Margarita, préstame tu tren! Le respondí:
-¿Cuál marrana? tengo tres, el de mi tía Lorenza, el de mi tía María y el tuyo.
-El último, el que yo te regalé. Entonces le pregunté.
¿Y eso Marrana? ¿Para qué?
-¡Es que pienso casarme!
-¿Casarte, tú tía?
- Sí mi amor me caso.
-¿Cómo es eso Marrana? ¿Con quién?
-Resulta que en la residencia conocí al geriatra que nos atiende y como yo soy enfermera, me ofrecí para ayudarle en la enfermería. Se llama Jean Luc Lauducent y es francés, pero su madre era haitiana como yo y su padre de Albania. Desde un principio nos caímos muy bien y nos hicimos buenos amigos, tiene setenta años y es copropietario del Ancianato con tres doctores más, es viudo y vive ahí mismo en un pabellón de la residencia, que queda cerca del jardín.
-¡Ay Marrana, que bella noticia, te daré el tuyo y el mis otras dos tías, yo no voy a hacer nada con eso. ¿Tía y es buenmozo? ¿Flaco o gordo? Dime cómo es.
-Es de muy buen ver, de buena estatura, fuerte pero no gordo, todos los días se ejercita en el gimnasio, es trigueño con el pelo como el mío un poco pasudo y lo tiene completamente gris. Usa unos lentes de montura de oro y su bata de médico le queda muy bien. Un día me dijo que yo le gustaba mucho y que le gustaría casarse conmigo y lo acepté.
-¡Muy chévere Marrana, te felicito! Mi tía me dijo:
-¡Me caso Margarita, me caso! Este es el último tren que pasa por mi vida y si lo dejo ir me quedo a pie. Estoy enamorada como una colegiala, mil mariposas siento en la barriga.



El corazón me salta de emoción y me sudan las manos cuando estoy a su lado.
No he oído campanas aún, pero creo que es porque estoy un poco sorda, ja, ja yo creo que ya sonaron porque el Ding Dong, lo siento dentro de mi.
Desde los quince años no me había vuelto a enamorar así. Cuando en mil novecientos treinta y tres me enamoré de mi Luc Lautrec y él se fue a los Estados Unidos buscando una fortuna, al llegar allá se encontró a con una gran depresión económica. Estaba comenzando a mandar Roosevelt con “El Nuevo Pacto” pero mi Luc, había pasado tanta hambre y tanto frío, que no pudo gozar de la bonanza que vino después y murió tuberculoso en unas minas de cobre. Desde esa vez jamás volví a ver a un hombre en mi vida.
-¡Cuánto me alegra eso Marrana, estar enamorado es lo más bello que hay y no importa la edad, lo bello es sentir y gozar el amor.
-Sí, Margarita, me dije:-Me he quedado sola, mi querida hermana Ivonne, se fue al cielo y he quedado a merced de estos sobrinos que se deshicieron de mí encerrándome en ese ancianato, como si yo les estorbara, sólo me quedan ustedes a los que adoro y siento que ustedes me quieren también.
-Sí, Marranita, te adoramos y a nosotros no nos estorbaste nunca, lo que pasa es que tus sobrinos no quisieron dejarte aquí con nosotros y ellos pueden más.
-Bueno por eso cuando este señor me ofreció matrimonio vi una puerta abierta y me lancé de cabeza: Pensé: ¡Françoise ha llegado tu hora! ¡Aquí está tu último tren! ¡Encarámate y encarrílate en la vida! Y como ves hacia allá voy.
Mi tía era una bella mujer que no era ni blanca ni negra. ¡Era gris! si como lo oyes: ¡Gris! Tenía el pelo completamente blanco y chicharrón, pero de tanto estirárselo con un moño que usaba, se le veía liso, tenía una buena figura y no aparentaba la edad que tenía, su rostro era lisito y tenía una nariz gruesa pero respingada lo que le daba un toque gracioso a su cara, la boca era gruesa y de labios carnosos aún, los dientes blanquísimos y perfectos, las uñas de pies y manos muy bien arregladas, para hacer los oficios, siempre usaba guantes de goma y un delantal, jamás la vi sucia. Siempre se vestía en casa como si fuera a salir, usaba faldas de color oscuro y unas blusas de seda blancas, con bordados y cuellos tejidos, me confesó que no usaba pantaletas ni sostén, porque esa ropa era antinatural que si Dios hubiera querido que naciéramos con eso nos los hubiera dado al crearnos. Utilizaba unos zarcillos de oro con perlas grises y el collar del mismo material, unos zapatos de medio tacón y medias de nailon, un maquillaje discreto y perfume francés, recuerdo que se llamaba Champán de Carón. Siempre bromeábamos con ella diciéndole que andaba buscando novio. Ella nos decía que la mujer debía andar siempre bella y que no importaba que tuviera poco pan, pero nunca debía de faltarle un bon savón y un bon parfum. De madrugada se lavaba la cara y el cuello con sus orines y se los dejaba hasta que se levantaba, luego se la lavaba con agua bien fría, sin jabón, con una crema fría de Ponds. Jamás usó polvos para la cara, decía que eso tapaba los poros, los dientes se los lavaba con jabón de coco, porque decía que la crema dental contenía químicos que tumbaban la dentadura. El ejercicio que hacía era pegarse de la pared y levantar las piernas hasta llevar las rodillas al estómago, así no le salía barriga y bailaba mucho levantando y bajando los brazos con fuerza para mantener los senos firmes. El ejercicio le resultaba porque estaba muy bien a pesar de sus años.
Bueno, llegó el día de la boda y los sobrinos formaron un zaperoco, porque no querían dejar casar a la tía, creo que porque ella contaba con sus bienes de fortuna y a ellos no les convenía entregárselos, pero ella se mantuvo firme y se buscó un abogado que la ayudó en todos los trámites, por fin se casaron por el civil y a los ocho días se celebró la boda eclesiástica con la asistencia de todos su familiares y los amigos del ancianato. La ceremonia la hicieron en la capilla de la residencia. El perfume de la iglesia mareaba pues eran jazmines y gardenias entrelazadas con velos de tul y cintas blancas a todos los bancos y el altar rebosaba de flores.
La marrana estaba preciosa, usó un taller color crema a media pierna y un sombrero de píldora con un velo y unas florecitas blancas, llevaba un bello bouquet de gardenias, que eran sus flores preferidas. El novio estaba muy elegante con un liquiliqui color crema y las yuntas de oro, ambos estaban estrenando sus trajes.
Se fueron de luna de miel a París y ella me confesó que había sido muy feliz y que el doctor se había portado como todo un caballero, ella le dijo que era virgen y él estaba muy emocionado porque era la primera vez que le tocaba desflorar a una mujer.
La marrana y su marido vivieron felices por veinte años y se quedaron a vivir en la residencia geriátrica donde los atendían muy bien. El primero que murió fue el doctor que tenía noventa años cuando falleció de un infarto. La marrana vivió hasta los noventiún años y tenía su mente y su cuerpo completamente sanos murió de vieja.
COMENTARIOS A ESTA ENTRADA
Muy impresionado quedé con su narrativa en éstos dos relatos y el contenido de sus personajes tan bien dibujados y con tanta simpatía. Casi podría uno decir que son de carne y hueso y más que un cuento son historias reales, de una forma o de otra son excelentes.
Por carlos de la parra el CUENTOS NUEVOS a la(s) 7:41

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